“La vida consagrada, parábola de fraternidad en un mundo herido” es el lema que alienta la jornada de este año cuya Misa se realizará a las 5:30 hrs. (Roma).
Debido al coronavirus, la celebración se realizará “despojada de los signos y rostros alegres que la iluminaban en años anteriores, pero siempre expresión de esa gratitud fecunda que caracteriza nuestras vidas”, precisó una carta de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada.
La carta firmada por el Cardenal João Braz de Aviz y Mons. José Rodríguez Carballo, Prefecto y Secretario de la Congregación respectivamente, expresó que la jornada “está dedicada a nuestra maravillosa vocación que, de diferentes maneras, hace resplandecer el amor de Dios por el hombre, la mujer y el universo entero”.
“Con esta carta queremos aligerar la distancia física que la pandemia nos ha impuesto durante tantos meses y expresar a todos y cada uno de ustedes y a cada una de las comunidades nuestra cercanía y la de quienes trabajan en este dicasterio”, agregó.
En el contexto de la pandemia del coronavirus también alentaron a los consagrados a ser “los samaritanos de estos días, superando la tentación de retirarse y llorar sobre uno mismo o de cerrar los ojos ante el dolor, el sufrimiento, la pobreza de tantos hombres y mujeres, de tantos pueblos”.
En ese sentido, invitaron a soñar juntos para que "frente a las diversas formas actuales de eliminar o ignorar a los demás, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y amistad social".
En la XXIV Jornada Mundial de la Vida Consagrada el Papa Francisco destacó “el gran tesoro en la Iglesia de aquellos que siguen de cerca al Señor al profesar los consejos evangélicos” que son la pobreza, la castidad y la obediencia.
Además, el Pontífice recordó que la vida consagrada, “es acoger el don del Señor con los brazos abiertos”. “El consagrado es aquel que cada día se mira y dice: ‘Todo es don, todo es gracia’. Queridos hermanos y hermanas: No hemos merecido la vida religiosa, es un don de amor que hemos recibido”.
En ese sentido, invitó a “saber ver la gracia” recibida en la vocación. “Mirar hacia atrás, releer la propia historia y ver el don fiel de Dios: no sólo en los grandes momentos de la vida, sino también en las fragilidades, en las debilidades, en las miserias”.
El 26 de enero de 2019, durante su visita a Panamá por la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco tuvo una Misa con los sacerdotes, religiosos y consagrados.
En esa ocasión enumeró algunas de las causas que provocan cansancio en los consagrados: “desde largas horas de trabajo que dejan poco tiempo para comer, descansar y estar en familia, hasta ‘tóxicas’ condiciones laborales y afectivas que llevan al agotamiento y agrietan el corazón”.
“Todas reclaman, como grito silencioso, un pozo desde donde volver a empezar”, explicó Francisco.
En ese sentido, el Pontífice alentó a los consagrados a recuperar “la pasión de enamorados” de su vocación y “volver sin miedo al pozo fundante del primer amor, cuando Jesús pasó por nuestro camino, nos miró con misericordia, nos pidió seguirlo; al decirlo recuperamos la memoria de aquel momento en el que sus ojos se cruzaron con los nuestros, el momento en que nos hizo sentir que nos amaba y no solo de manera personal sino también como comunidad”.
Vida consagrada en el mundoAlgunos datos importantes sobre aquellas personas que decidieron consagrar su vida al servicio de Dios.
La vida consagrada está conformada por todos los bautizados que se consagran a Dios a través del rito de profesión o el de consagración de vírgenes. Estos fieles se comprometen a vivir la pobreza, castidad y obediencia, a través de emisión de votos o promesas.
Entre las ramas de la Iglesia Católica que hacen este ofrecimiento se encuentran los institutos de vida contemplativa (varones y mujeres en comunidades claustrales), institutos de vida apostólica (congregaciones religiosas masculinas y femeninas, sociedades de vida apostólica), institutos seculares, orden de las vírgenes consagradas y nuevas formas de vida consagrada.
Según las estadísticas de la Iglesia Católica publicadas en octubre de 2016 por la agencia vaticana Fides, en el mundo hay 1.245 obispos pertenecientes a órdenes religiosas, 134.816 sacerdotes religiosos, 612 diáconos permanentes religiosos, 54.559 religiosos no sacerdotes y 682.729 religiosas.
La Iglesia cuenta con 654 miembros de institutos seculares masculinos y 24.198 miembros de institutos seculares femeninos. El número de seminaristas mayores religiosos es de 46.638 y 24.453 son los seminaristas menores religiosos.
El 30 de noviembre del 2014 la Iglesia inició el Año de la Vida Consagrada y concluyó el 2 de febrero del 2016 en Roma en presencia de unos seis mil religiosos y religiosas.
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