Rebelo de Sousa escribió el 18 de febrero a la Corte Constitucional del país expresando preocupación de que la ley en mención, que describe a la vida humana como “sacrosanta”, es lo suficientemente vaga como para no ser acorde a la Constitución.
El proyecto de ley se aplicaría a pacientes mayores de 18 años que se encuentran “en una situación de sufrimiento extremo, con una lesión intratable o una enfermedad fatal e incurable”.
El mandatario recordó que la ley permite a los adultos con enfermedades terminales que experimentan un “sufrimiento intolerable” terminar con sus vidas, lo que “parece inculcar una fuerte dimensión de subjetividad”. Además, se preguntó de qué forma los médicos podrían medir el dolor y calificarlo de “intolerable”.
La pregunta no es sobre la constitucionalidad de la eutanasia, escribió, sino si la regulación específica está en conformidad con la Constitución.
“No parece que el legislador proporcione, al médico involucrado en el procedimiento, un marco legislativo mínimamente seguro que pueda guiar su desempeño. Esta insuficiente densificación normativa no parece cumplir con la exigencia constitucional sobre el derecho a la vida y la dignidad humana, ni con la certeza de la ley”, escribió Rebelo de Sousa.
Rebelo de Sousa, un católico que fue reelegido el 24 de enero, es un ex profesor de derecho que ayudó a redactar la constitución de Portugal en 1976.
El parlamento de Portugal aprobó el proyecto de ley para legalizar la eutanasia y el suicidio asistido el 29 de enero de 2021 con 136 votos a favor, 78 en contra y 4 abstenciones.
Tras la aprobación de un proyecto de ley, el presidente tiene tres opciones: aprobarlo, enviarlo para su revisión al tribunal constitucional o vetarlo. El parlamento puede anular un veto presidencial respaldando la legislación por segunda vez.
Los obispos de Portugal expresaron “tristeza e indignación” por la aprobación del proyecto de ley.
“A esta tristeza e indignación se suma el hecho de que se legaliza una forma de muerte provocada en el momento de mayor gravedad de una pandemia mortal”, dijeron los obispos en un comunicado.
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