Los obispos neozelandeses hicieron ese anuncio el 28 de octubre a través de una carta pastoral titulada “Portadores de consuelo y esperanza: El cuidado espiritual y pastoral de las personas que contemplan la muerte asistida en Nueva Zelanda”.
Además, publicaron un conjunto de pautas para capellanes, sacerdotes y otros profesionales católicos que cuidan a personas agonizantes.
La ley de eutanasia, votada en un referéndum el 17 de octubre de 2020, legaliza esta práctica para aquellos con una enfermedad terminal y con menos de seis meses de vida que lo decidan de forma voluntaria, y en caso dos médicos lo autoricen.
Nueva Zelanda es el primer país en someter la legalización de la eutanasia a referéndum.
La carta pastoral del 28 octubre señala que “pronto, en Nueva Zelanda, algunos profesionales de la salud, capellanes y sacerdotes se encontrarán en situaciones que no son de su elección”.
“La ‘muerte asistida médicamente’ (eutanasia) estará legalmente disponible en nuestra tierra el 7 de noviembre. Si bien este curso de acción no se ofrecerá en nuestras casas de reposo católicas u hospicios católicos, y de hecho en muchos otros, estará disponible en varios hospitales y otras instalaciones de atención pública en todo el país”, lamentaron los prelados, y agregaron que “para algunos miembros de nuestra comunidad católica, estos son sus lugares de trabajo o ministerio”.
Los obispos también criticaron que la implementación de la eutanasia “pondrá en riesgo a muchas personas vulnerables”. “Estos incluyen a los ancianos que pueden sentir que se han convertido en una carga para la familia y la sociedad, y muchos otros, algunos de los cuales serán jóvenes”.
Sin embargo, enfatizaron que “la disponibilidad legal de la eutanasia en Nueva Zelanda no cambia las convicciones católicas sobre la práctica”.
“Profesamos que somos hechos a imagen y semejanza de Dios y, además, que somos atraídos a la propia vida divina de Dios a través del Bautismo. Nuestra creencia fundamental, que toda la vida humana es, por tanto, sagrada, nos lleva a enseñar que nunca debemos quitarle la vida a otro”, precisaron.
Los obispos también recordaron que “la fe, en primera instancia, nos llama a permanecer presentes con el otro que sufre”.
Mons. Stephen Lowe, vicepresidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Nueva Zelanda, indicó en un comunicado que, si bien la Iglesia se opone a arrebatar deliberadamente la vida humana, no puede rechazar a aquellos que eligen la “muerte asistida” bajo la nueva ley.
“La vida nos plantea muchas preguntas y opciones. Como Iglesia, tratamos de ayudar a las personas a ver estas preguntas y opciones a través de una lente cristiana. Los individuos a menudo se encuentran en lugares complejos. En estos tiempos, la Iglesia trata de ofrecer orientación a las personas lo mejor que puede, pero las personas toman sus propias decisiones”, comentó Mons. Lowe.
Los obispos dijeron que “no necesitamos negar el mal objetivo de la eutanasia para acompañar, con consuelo y esperanza, a quienes se sientan atraídos o empujados hacia este tipo de muerte”.
La Iglesia Católica en Nueva Zelanda se opuso al referéndum de la “Ley de elección al final de la vida útil” celebrado en las elecciones generales de 2020. Sin embargo, la consulta fue aprobada.
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