Según indicó este 27 de octubre el director de la oficina de prensa de la Santa Sede, Matteo Bruni, “en la segunda quincena de octubre, la Dirección de Salud e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano comenzó a administrar la tercera dosis de la vacuna COVID-19, dando prioridad a los mayores de 60 años y a las personas con fragilidad”.
El Vaticano no confirmó si el Papa Francisco y el Papa Emérito Benedicto XVI ya recibieron la tercera dosis de la vacuna contra el coronavirus.
El Estado de la Ciudad del Vaticano inició su campaña de vacunación contra el coronavirus el 13 de enero de 2021. Las vacunas se administraron en el atrio del Aula Pablo VI a empleados vaticanos, a los periodistas que acompañaron al Pontífice en el viaje a Irak y a personas sin hogar atendidas por la Limosnería Apostólica.
La campaña de vacunación abarcó principalmente a los 800 ciudadanos vaticanos y los casi 4.000 empleados de la Santa Sede, así como también a las personas necesitadas.
Según explicó al inicio de la campaña de vacunación el responsable del servicio de salud del Vaticano, el doctor Andrea Arcangeli, la vacuna elegida fue “la fabricada por la compañía farmacéutica Pfizer, la primera en introducirse en uso clínico, que ha demostrado tener una efectividad del 95%”.
En su mensaje de Navidad del 25 de diciembre de 2020, el Papa Francisco pidió “a todos los responsables de los Estados, empresas, organismos internacionales promover la colaboración y no la competición y de buscar una solución para todos, vacunas para todos, especialmente para los más vulnerables y necesitados de todas las regiones del planeta. En primer lugar los más vulnerables y necesitados”.
La Congregación para la Doctrina de la Fe publicó el 21 de diciembre de 2020 una nota sobre “la moralidad del uso de algunas vacunas contra el COVID-19”, ante los actuales debates en la opinión pública, y pidió “tanto a las empresas farmacéuticas como a los organismos sanitarios gubernamentales, que produzcan, aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen problemas de conciencia, ni al personal sanitario ni a los propios vacunados”.
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