A los eventos de apertura, que se desarrollarán hasta el próximo viernes 29 de octubre, asistió Mons. Edgar Peña, Sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado del Vaticano.
En sus discursos, que pronunció en el Ministerio de Asuntos Exteriores de Armenia y en la nueva sede de la representación diplomática pontificia, Mons. Peña afirmó estar convencido “de que esta Nunciatura Apostólica será para Armenia y para toda la comunidad internacional un símbolo de la necesidad de construir puentes, crear oportunidades para el encuentro y abrir nuevas sendas para una paz justa y duradera en la región”.
Recordó que “el próximo año celebraremos el 30 aniversario del restablecimiento de las relaciones bilaterales entre la República de Armenia y la Santa Sede. Este edificio podrá mejorar las últimas misiones diplomáticas entre las autoridades civiles y gubernamentales, fomentar la fraternidad y la amistad entre la Iglesia apostólica armenia y fortalecer la comunión dentro de la comunidad católica local con sus diferentes ritos”.
Asimismo, reafirmó que “la Santa Sede apoya los asuntos en la agenda del gobierno de Armenia y de la comunidad internacional que afectan a la paz, al desarme, a los derechos humanos, al desarrollo humano y cultural, a la libertad religiosa y a la protección y salvaguarda del medio ambiente”.
Aseguró que “la inauguración de este edificio demuestra la solidez de las relaciones bilaterales que ya existen entre la República de Armenia y la Santa Sede”. El enviado del Vaticano agradeció la reciente visita del presidente armenio, Armen Sarkissian, a la Santa Sede.
En ese sentido, hizo hincapié en que “las buenas relaciones bilaterales entre la República de Armenia y la Santa Sede se deben, en gran parte, a nuestro aprecio mutuo del papel positivo que la religión juega en la sociedad civil. Los armenios son un pueblo de profunda fe y su país se distingue por haber sido la primera nación en abrazar la fe cristiana”.
Recordó también que “a lo largo del tiempo, la fe cristiana ha sostenido a este gran pueblo, especialmente durante los momentos difíciles de su historia”.
Por último, resaltó que “como un recurso de fuerza y perseverancia en los momentos buenos y malos, la fe cristiana ha ayudado a enriquecer la herencia espiritual y cultural de Armenia hasta convertirse hoy en un motivo de orgullo y que continuará a inspirar y a enriquecer a las futuras generaciones de armenios”.
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