El P. Aquilino nació en Zarza de Granadilla, Cáceres (España). Era el menor de cinco hermanos.
Desde pequeño Aquilino tenía una gran inclinación hacia el sacerdocio, jugaba a celebrar la misa en pequeños altares que él construía y llamaba a sus amigos para que acudieran.
Ingresó en el Seminario de la Diócesis de Coria-Cáceres en el curso 1923-1924, como su familia era humilde y no podía asumir todos los gastos del seminario, el párroco se comprometió, a partir del tercer curso, a ayudarles económicamente a ello.
El año 1932 su Obispo le envió al Seminario central de Toledo, que entonces concedía grados universitarios en las ciencias eclesiásticas, para que allí perfeccionara sus estudios, ya que tenía cualidades para ello.
Su padre falleció en abril de 1934 y el joven Aquilino tuvo que convencer a su madre de su vocación de operario, comprometiéndose a velar para que nunca le faltase nada.
Entró en el mes de septiembre a la Casa de Probación que la Hermandad tenía en Tortosa. Un compañero de curso escribió
“Vivimos juntos en una comunidad pequeña y por consiguiente de vida íntima, en la que reinaba la caridad, la comunicación constante y la fraternidad entrañable. Por ello pude advertir y admirar en él su buen carácter, su naturalidad y sencillez en todo, su afabilidad en el trato y su delicadeza en la conversación franca y admirable. En suma, era un dechado de seminarista mayor, por su piedad y su ansia de formación de un candidato perfecto al sacerdocio”.
Fue ordenado sacerdote en Plasencia el 25 de agosto de 1935 y celebró su primera Misa en Zarza de Granadilla tres días después, el 28 de agosto. Su madre vivió la ceremonia emocionada y su párroco, don Celestino, fue su padrino.
Fue destinado por sus superiores al seminario de Baeza, Jaén (España) como prefecto de alumnos y profesor. Además de su dedicación al Seminario, trabajaba apostólicamente con los jóvenes Tarsicios y con los de la Acción Católica, multiplicándose para todo lo que supusiera gloria de Dios y de las almas.
“Tenía un trato con la juventud del pueblo de Baeza, que atraía por su edad, organizando actos de piedad, fortaleciéndolos en el espíritu eucarístico y preparándoles para ser futuros adoradores nocturnos. Todo esto lo alternaba en vacaciones de Navidad, organizando obras de teatro y otras actividades que nos ocupaba el tiempo de ocio a los jóvenes y a los seminaristas”.
La persecución religiosa desencadenada en el año 1936 le sorprendió en el Seminario de Baeza, en su puesto de trabajo, a pesar de estar en pleno verano y los alumnos de vacaciones. La Guerra Civil comenzó de manera oficial el 17 de julio y el 20 de julio quedó violentamente clausurado el Seminario.
Don Aquilino y su compañero, don Manuel Galcerá, que era director espiritual, fueron acogidos por una familia amiga. A los pocos días, los milicianos invadieron la casa y llevaron a la cárcel al dueño de la casa y a sus hijos así como a los sacerdotes P. Manuel Galcerá y P. Aquilino Pastor.
Los dos sacerdotes operarios fueron encarcelados en lugares distintos.
El día 28 de agosto de 1936, cuando se cumplía un año de la celebración de su primera misa, y sin que mediara juicio ni proceso alguno, el P Aquilino fue conducido en un camión hasta el Cerrillo del Aire, a unos nueve kilómetros de Baeza, donde fue asesinado.
Una religiosa carmelita de Baeza, Sor Teresita del Niño Jesús, cuenta que oyó decir que el P. Aquilino iba con un semblante alegre, pronunciando fervorosas jaculatorias y dando vivas a Cristo Rey.
Así celebró el primer aniversario de su Primera Misa, con su inmolación cruenta y su misa eterna en el cielo. Aquel día fue como Jesús, Sacerdote y víctima.
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