Por Rodrigo AGUILAR MARTÍNEZ, Obispo de Tehuacán |
Hemos iniciado el Adviento, Tiempo litúrgico que nos prepara a la Navidad. Tiempo para cultivar la esperanza en Jesús.
Efectivamente, con frecuencia perdemos la esperanza. Es importante rescatarla e incrementarla con Jesús, que llega y da sentido a nuestra vida.
La esperanza va de la mano con otras virtudes: esperanza en aumentar la fe en Jesús, o sea en vivir de acuerdo a sus criterios contenidos en el Evangelio y que se manifiesten en nuestra relación con Dios, con los demás, con nosotros mismos y con la creación.
Esperanza en que con Jesús recuperamos el verdadero sentido de la vida para desarraigar toda actitud de violencia y egoísmo y, en cambio, arraigar toda actitud de paz y de bondad.
Esperanza en que nuestra relación familiar, laboral y social sea verdaderamente humana, desterrando abusos y prepotencias, cultivando comprensión y solidaridad. Como dice san Pablo, no nos dejemos vencer por el mal sino venzamos el mal con el bien.
Hay personas claves que nos acompañan a lo largo del Adviento: por ejemplo el profeta Isaías, Juan Bautista, sobre todo la Virgen María, quien más espera la llegada de Cristo Jesús. A fin de que también nosotros acompañemos a otros en la espera esperanzada y gozosa de Jesús y que se note en obras en todos los momentos y lugares.
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