Iglesia Universal del Reino de Dios: el engaño de los milagros a cambio de dinero (I)

El 13 de diciembre culminó la campaña de recolección de dinero que la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD) hace entre sus fieles bajo la promesa de que con su “sacrificio” superarán sus miserias y multiplicaran sus bienes. Ese día uno de sus líderes en Chile habría viajado a la Hoguera Santa en Israel, con los “pedidos” de quienes entregaron sus dineros. Su fundador, uno de los hombres más ricos del mundo según Forbes, ha construido un millonario imperio con base en Brasil.

El CIPER (Centro de Investigación Periodística) presenció durante un mes cómo ofrecen milagros a cambio de plata en sus templos, fórmula que nadie fiscaliza en Chile, tal como señala Rodrigo Soberanes en un extenso reportaje de investigación que reproducimos aquí.

La búsqueda del propio milagro

Desde la pantalla gigante una mujer brasileña cuenta que vendió todos los muebles de su casa. Como lo que obtuvo no era suficiente, recolectó latas en la calle para reunir 3.000 dólares y entregarlos en “sacrificio” a Dios. Cuando termina el video-testimonio del milagro, se encienden las luces del templo y se iluminan los rostros de unas 400 personas dispuestas a buscar su propio milagro.

Es 22 de noviembre en Santiago, domingo, el día más importante de las celebraciones de la IURD, más conocida como “Pare de Sufrir”, el nombre de su famoso programa de televisión. Afuera del templo, en calle Nataniel Cox nº 59, a un costado de la gran bandera chilena de la Plaza de la Ciudadanía, el domingo transcurre en calma. Adentro, está carburando la euforia colectiva de quienes esperaron una semana para escuchar al obispo brasileño Francisco Couto, sus métodos para alcanzar a Dios y los muchos milagros que puede hacer por las personas que están con problemas económicos o de otra índole.

La IURD –con su fundador, Edir Macedo Bezerra (70 años), multimillonario, acusado y absuelto por lavado de dinero en Brasil– está en plena expansión en Chile, con una inversión de más de 6 millones de dólares en la construcción de su nueva catedral y la compra de más espacios en televisión y radio.

En cosa de días, este teatro de fachada descolorida, ubicado en el primer piso de un edificio de departamentos en Nataniel Cox, será cosa del pasado para la IURD. El piso pegajoso y las butacas de madera que rechinan serán remplazados dentro de un par de meses por un templo moderno, con capacidad para más de dos mil personas. También están en busca de dar mayor masividad a su programa de televisión “Pare de Sufrir”, que se transmite por ahora en Telecanal. Recientemente trataron de comprar un segmento en Televisión Nacional. No tuvieron éxito, pues según dijeron a CIPER fuentes de la estación estatal, la venta de programas publicitarios no se ajusta a las políticas del canal.

Economía millonaria

La maquinaria para conseguir dinero trabaja rápido. Viene la llamada “Campaña de Israel” de diciembre, para la cual les piden a sus adeptos que de manera “voluntaria” hagan el “sacrificio de sus vidas” a cambio del milagro que se verá traducido en plata. Un sacrificio para el que se les incita a vender todo lo que tienen para entregar el dinero a la IURD. Sin contarle a nadie, porque es un trato “entre ustedes y Dios”.

La fórmula está en la llamada “Teología de la Prosperidad” y consiste, según observó CIPER, en ofrecer bienestar económico a cambio de sacrificios a Dios, que también se miden en dinero. Y la fórmula funciona tanto que la IURD tiene presencia en 200 países. Edir Macedo aparece desde 2013 en la lista de la revista Forbes como poseedor de una fortuna de 1.100 millones de dólares y es considerado por esa publicación como uno de los líderes religiosos más ricos del mundo.

Desde su fundación en Brasil en 1977, la IURD ha construido su prosperidad en medio de polémicas alimentadas con episodios como el que presenciamos el domingo 22 de noviembre, en que personas que se reconocían a ellas mismas en situación de extrema precariedad económica o afectadas por problemas personales graves, se convencieron de deshacerse de todos sus bienes para pagar por un milagro.

La puesta en escena de un culto

Domingo 29 de noviembre, catedral de la IURD en la calle Nataniel Cox. El obispo Francisco Couto está de pie, arriba del escenario, desde donde todos pueden verlo. Es alto y viste impecable: pantalón azul, chaleco y corbata. Su presencia y dominio escénico son notables.

Apenas tarda 10 minutos en tener a los feligreses murmurando plegarias con los brazos en alto y las palmas extendidas, como si trataran de tocar algo invisible. A las 10:15 unas 400 personas están listas para ser “diezmistas”.

15 edecanes –mujeres de vestido gris y hombres con pantalón azul y camisa blanca– están dispuestos en filas en los pasillos laterales del teatro, vigilando a los fieles y apoyando la logística de la ceremonia: haciendo imposición de manos, caminando pausados cuando el momento es solemne y apresurados cuando tienen que repartir propaganda o sobres para las donaciones. Les llaman “obreros” y son jóvenes que cuidan muy bien su aspecto. Son los que se forman al pie del escenario con bolsas azules para recibir el dinero. El público hace filas para entregarles su diezmo.

Francisco Couto le recuerda a los que no tienen dinero en efectivo, que pueden dar su diezmo a través de sus tarjetas de crédito o débito en la terminal bancaria que sostiene uno de los “obreros”. Una vez hecha la donación, el aparato imprime un comprobante de venta a nombre de la IURD.

Ahora el obispo coloca una de las bolsas azules al pie de un baúl dorado, ubicado también arriba del escenario, y se lanza durante cinco minutos en una plegaria a Dios para que recompense con más dinero en un futuro a los que “hicieron un sacrificio”. Un tecladista pone música de fondo a las palabras del obispo y le ayuda a construir la atmósfera celestial que regocija a sus queridos “diezmistas”.

La música se detiene y el obispo Couto lanza un sonoro “¡Gracias a Dioooos!”. Se escucha un atronador aplauso al que sigue sin interrupción un importante recordatorio del mismo obispo: el dinero que casi todos los presentes acaban de entregar es plata que le dieron a Dios, no a la IURD.

Su millonaria “catedral” en Chile

Según Francisco Couto, quien llegó al país hace dos años desde Brasil, la IURD “dará un salto en Chile en 2016” con la construcción de la nueva catedral. Es un proyecto planeado hace más de 10 años y está a días de concretarse.

El 30 de septiembre de 2004, esta iglesia inició su expansión cuando compró una propiedad en la Alameda, cerca de la estación de metro Unión Latinoamericana. Según las escrituras, el vendedor fue la Sociedad Inmobiliaria Quimera Limitada, que cobró 62.600 UF (unidades de fomento, que hoy serían más de 2 millones de euros). Un año más tarde, el 24 de octubre de 2005, la IURD adquirió un predio aledaño, en Abate Molina Nº 60, a Rentaequipos Comercial por 611,4 millones de pesos chilenos (34.313 de la época UF, más de 1,1 millón de euros).

Con los dos predios bajo su propiedad, el 23 de octubre de 2007, el representante legal de la IURD, el pastor José Roberto Aguilera Inostroza, ingresó la solicitud de permiso de edificación en la Municipalidad de Santiago. El proyecto incluyó el permiso de demolición de un edificio construido en la década de los 60.

En los documentos presentados a la Dirección de Obras de la municipalidad, se calcula que la construcción tiene un costo de 1.477 millones de pesos chilenos (76.390 UF en esa fecha, más de 2,5 millones de euros). Entre los terrenos y las obras, la inversión presupuestada para la construcción de la nueva catedral de la institución religiosa suma 172.703 UF, el equivalente hoy a más de 5,6 millones de euros.

La arquitecta Paulina Rica Mery, encargada de la construcción de la nueva catedral, cuenta que las nuevas instalaciones servirán también para formar “jóvenes teólogos” que esparcirán en Chile la doctrina de Pare de Sufrir.

En los planos de la construcción, a los que CIPER tuvo acceso, se percibe la magnitud del “salto” que la IURD pretende dar en Chile: la superficie total de construcción es de 10.826 metros cuadrados (más de dos canchas de fútbol); la capacidad del templo principal es de 2.132 personas, incluyendo a discapacitados; hay 29 departamentos para vivienda y 54 estacionamientos. Sumando los espacios de oficinas, comedores, departamentos y el templo, en un mismo día podría haber actividad de 2.668 personas en la nueva catedral. Según los planos, las instalaciones llegarán a tener ocho pisos.

“Es una construcción moderna que se adapta a los nuevos tiempos. No tiene imágenes ni motivos religiosos que no sea la cruz. Es un lugar de activa operación social. El color de la fachada es tierra-cobre y significa la integración a la idiosincrasia chilena”, explica la arquitecta Paulina Rica.

La empresa constructora del nuevo templo es IDC, de Argentina. En febrero de 2014, el representante legal de la IURD, el pastor José Roberto Aguilera Inostroza, fundó una sociedad en Chile, también llamada Construcciones IDC Limitada, con el ingeniero argentino Daniel Adolfo Carrera, quien aportó el 99 % del capital.

Ahora, Aguilera Inostroza, representante legal de Pare de Sufrir, es parte de una empresa constructora en la que aportó un simbólico 1 % (según el Diario Oficial), y está en condiciones de desarrollar en Chile proyectos de construcción, de alquiler de equipos o herramientas, prestar servicios profesionales de arquitectura y “la realización de todas aquellas actividades comerciales o industriales que fueren complementarias o anexas al giro principal”.

“Corazones cerrados”

Pese a la enorme catedral que están construyendo, “Reinaldo”, el pastor del templo de esta iglesia en Ñuñoa –uno de los 14 que la IURD tiene en Santiago, además de 19 en regiones–, no está satisfecho con la recepción que ha tenido la IURD en Chile. Se han encontrado –dice– con “corazones cerrados”, lo que les ha impedido por ahora establecerse en el país como lo esperaban. Pero luego asegura que el esfuerzo no se detendrá.

La nueva sede de la IURD está casi lista y el viejo Teatro Continental de la calle Nataniel Cox está en arriendo y disponible para un nuevo locatario a partir de enero, según confirmó a CIPER la Inmobiliaria GYG Propiedades.

La nueva catedral es un logro que la IURD alcanzó con la fe, afirma ante los fieles el obispo Francisco Couto: “porque tener fe es estar seguro de lo que no puedes ver. Y nosotros no tenemos plata, pero tenemos fe”. Couto va hablándole a los fieles mientras los prepara para el momento de las donaciones, la actividad más importante del año: la “Campaña de Israel en la fe de Gedeón”.

Cómo engañan a los pobres

Una semana antes, el sábado 14 de noviembre, CIPER presenció en el mismo templo de Nataniel Cox una sesión más íntima. Ese día el que presidió la ceremonia fue otro pastor, de menor jerarquía que Couto, el que pidió a un grupo de nueve mujeres de edad avanzada y zapatos gastados, que se acercaran al escenario. Son mujeres que andan a pie por la vida y ese día acuden a la ceremonia de “los casos imposibles”.

Entre ellas hay una señora que llega presurosa. En sus brazos lleva varias latas de bebidas recogidas en la calle que ella intenta con prisa guardar en una bolsa de plástico, porque la arenga del pastor ya ha comenzado. Esta vez el pastor – joven, de pantalón negro y camisa blanca arremangada– no se ubica arriba del escenario, sino que se queda al mismo nivel de los fieles. Mirándolas fijamente, le pregunta al grupo de mujeres evidentemente cansadas: “¿vienen mal, tienen problemas, cómo están?” En coro todas responden que sí están mal.

El pastor se sitúa frente a la mujer que llegó con las latas de bebidas y le habla sobre la vida de los feligreses: “es como el agua y no como el vino”, afirma con una voz que denota el esfuerzo que hace por parecer empático.

–¿A qué sabe el agua? –les pregunta.

–A nada, a nada, a nada, a nada –responden las mujeres en coro.

–¿Lo ven?, así están su vidas.

Entonces, el pastor les sigue hablando para convencerlas de que lo único que se necesita para convertir el agua en vino, de que la única condición para que sus vidas dejen de ser insípidas es “obedecer a Dios” y, sobre todo, “sacrificarse por Él”. Llama la atención que a partir de ahí el joven pastor continúa su arenga imitando la forma de hablar de los pastores brasileños: cambia la “s” por la “sh” y el castellano por el portuñol.

Para entonces el grupo de mujeres ya está entregado: todas le obedecen cada uno de los pasos que les indica el pastor: cierran los ojos y luego levantan los puños, tiran pequeños golpes al aire y sacuden tímidamente sus cuerpos mientras el pastor dibuja molinos de viento con sus brazos, invocando la presencia de Jesucristo, Dios o El Señor.

–¡No acepto la miseria, el dolor, la enfermedad…! –grita el pastor.

Las mujeres también a voz alta repiten sus palabras.

El “no acepto” que lleva a dar el dinero

Una investigadora que incluyó a la IURD en sus estudios de doctorado –y que pidió a CIPER no revelar su nombre– describe los métodos que utiliza en su iglesia el obispo Edir Macedo como “pragmáticos y modernos”, porque evitan, por ejemplo, cansar a los feligreses con las lecturas de la Biblia que requieren ser razonadas e interpretadas.

Ya en 1991 el diario Folha de Sao Paulo publicaba un testimonio de Macedo que ilustraba el “no acepto” que se repite a diario en los templos de la IURD alrededor del mundo, en un no aceptar para volcarse en la fe: “Mi segunda hija nació con labio leporino. Sufrí, gemí. Ella no fue una alegría, fue una tristeza, una agonía. Decidí que iría a anunciar al Dios que me fue revelado”.

Y ese sábado 14 de noviembre en Chile, se puede ver a un pastor desarrollar en el templo de Nataniel Cox las enseñanzas de Macedo frente al grupo de mujeres de a pie y con los zapatos gastados. El pastor toma una Biblia y les dice a los fieles: “Aquí –y da golpecitos sobre la tapa del libro– hay más de ocho mil promesas, pero ustedes se preguntan por qué en sus vidas no están cumplidas estas promesas”.

El pastor continúa su mensaje reseñando el pasaje bíblico de Gedeón, que obedeció a Dios y se sacudió el miedo que le daba defender a Israel de los ataques de los Medianitas y venció ejércitos de “cientos, miles o millones” con un grupo de solo 300 soldados. Y termina directo al grano: obedecer a Dios en el interior de este templo que antes fue un cine de butacas de madera, significa entregar el diezmo.

“Si ganas un millón, donas mil; si ganas mil, donas cien; si ganas cien, donas 10”, sentencia el pastor. Acto seguido, el hombre toma una bolsa azul y les pide a las mujeres acercarse para depositar ahí sus monedas. Todas lo hacen, incluyendo la mujer que se gana el sustento recolectando y vendiendo basura.

La IURD les transmite a sus feligreses que Gedeón fue capaz de escuchar a Dios y tomar la iniciativa de formar un ejército, prescindiendo de los “incrédulos” no aptos para la “batalla”, para enfrentar a los opresores. Gedeón representa el “no aceptar” la miseria, la desgracia y demás calamidades que los pastores y obispos suelen mencionar en sus prédicas de convencimiento.

Allí en el templo de Nataniel Cox es recurrente escuchar cómo obispos y pastores de esta iglesia ofrecen a cientos de personas ser como Gedeón, librando sus propias batallas para dejar ir sus problemas. Y ese sacrificio consiste en vender todas sus propiedades, reunir el dinero, colocarlo en un sobre y ofrendarlo a Dios a través de las manos terrenales del personal de la IURD.

Este reportaje continuará, con su segunda parte, próximamente. 

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