Ayer no hubo post y el de hoy lo he escrito tarde. Lo cierto es que estos dos días he estado muy atareado con la publicación de mi tesis doctoral. Esto de escribir libros tiene mucho de construcción catedralicia: siempre estamos de obras.
Después de tanto trabajo, de revolver tantas bibliotecas, de tantas conversaciones con expertos, siempre hay un jovencito que te hace críticas agrias; eso sí, se supone que con mucha humildad. Suelen comenzar con esa frase de la humildad y tal.Yo siempre les atiendo con mucha caridad; si tengo tiempo y ganas.
Pero este tipo de críticas basadas en la juventud y tradicionalismo del lector suelen solventarse con contestaciones tan simples como: si usted lee el capítulo IV, sección 3, todas sus dudas acerca de mi catolicidad quedarán resueltas. No sé por qué, cuando los tradicionalistas se aburren leen mis libros, cuando hay tanto libro-arenga de lectura más fácil.
Recordad, el tradicionalismo es malo para la salud.
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