La casa de la Misericordia se construye desde la llamada a la conversión

Seamos agentes de la misericordia del Señor. Pero de la verdadera misericordia. Por ejemplo, nos encontramos con alguien alejado de la Iglesia y de Dios, o que está en la Iglesia pero vive en pecado de forma clara y notoria. Le decimos:

- Querido amigo, tengo algo que decirte que puede cambiar tu vida.

- Dime, dime.

- Dios te perdona.

- Ah, qué bien, ¿y de qué me tiene que perdonar?

- De tus pecados.

- ¿Mis pecadooos? Oye, no me seas fundamentalista. Eso de hablar del pecado está pasado de moda. 

Hablar de misericordia a quien ni siquiera reconoce su situación de pecado puede ser contraproducente. Primero habrá que mostrar la realidad del pecado y sus consecuencias. Es más, esa es precisamente la primera tarea del Espíritu Santo:

Y cuando venga Él, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.
Jn 16,8

Puede darse esta otra situación:

- Querido amigo, tengo algo que decirte que puede cambiar tu vida.

- Dime, dime.

- Dios te perdona.

- Ah, fabuloso. Pues nada, muchas gracias.

- Sí, pero escucha, no solo te perdona sino que te llama a no pecar más.

- ¿Cómo dices?

- Sí, que Dios quiere que te conviertas y dejes atrás los pecados que te alejan de Él.

- Anda, ¿entonces tengo que hacer algo? Es que no sé si quiero dejar atrás mis pecados. Sobre todo algunos.

- Bueno, pero es que Dios no solo te pide que dejes atrás tus pecados, sino que te lo concede por su gracia.

- No sé si me has entendido bien. Acepto el perdón pero no quiero dejar todos mis pecados. Sé que Dios me ama y me acepta tal y como soy, con mis defectos incluidos.

- Pero Dios quiere librarte de la esclavitud del pecado.

- ¿Esclavitud? Oye, no me faltes al respeto. Peco porque quiero. Y cuando quiera dejar de pecar, lo dejaré.

Como dice la Escritura:

Porque no quiero la muerte del que muere, dice el Señor. Convertíos y viviréis
Eze 18,32

EH, ¿HABÉIS LEÍDO? 

DICE ¡¡¡ CONVERTÍOS !!!

No dice ¡¡¡ Seguid igual !!!

Hay gracia suficiente para que te conviertas. Hay gracia suficiente para que dejes atrás tus pecados. Hay gracia suficiente para que hagas penitencia. 

Luis Fernando Pérez Bustamante

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