Preparando el Nacimiento, Segundo Domingo de Adviento
Purifiquemos nuestra conciencia y nuestro corazón para que Cristo Niño lo encuentre bien dispuesto el día de la Nochebuena
P. Sergio A. Córdova, L.C. | Fuente: Catholic.net
Ya hemos comenzado el Período del Adviento, pero es muy breve y, en un abrir y cerrar de ojos, nos encontraremos ya en la Navidad. Por eso, es urgente preparar bien el nacimiento y el pesebre para la llegada del Niño Jesús.
Éste es el Mensaje del Evangelio de hoy. San Lucas (3,1-6) nos refiere que Juan el Bautista recorría toda la Comarca del Jordán predicando un bautismo de conversión. El color litúrgico de este período -igual que durante la Cuaresma- es el morado, símbolo de la penitencia y de la austeridad. El Sacerdote se reviste con los ornamentos sagrados de este color en la Santa Misa para invitar a todos los fieles al sacrificio y a la conversión, pues sólo así podemos purificar nuestra conciencia y nuestro corazón para que Cristo Niño lo encuentre bien dispuesto el día de la Nochebuena.
San Juan Bautista, con palabras del Profeta Isaías, nos exhorta también hoy a cada uno de nosotros: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale”. Estas imágenes bíblicas nos hablan de la necesidad de la conversión. Los montes, en este contexto, vienen a ser signo de la soberbia, del orgullo y de la prepotencia: ¡tienen que ser rebajados y anulados! Los valles son nuestros complejos, caídas, desconfianzas y depresiones, y tienen que ser rellenados. Lo torcido es toda forma de pecado y de desorden moral; lo escabroso son nuestras sensualidades, vicios, concesiones a la tentación y el juego con las pasiones que nos llevan al Mal; ¡debe ser enderezado!
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