Oremos a Dios para que la debilidad que nos induce a pecar jamás se
transforme en corrupción. A este tema, tantas veces afrontado, el Papa
Francisco dedicó su homilía de la misa de este 29 de enero en Casa Santa
Martha. Refiriéndose a la historia bíblica de David y Betsabé, el Papa
Francisco subrayó que el demonio induce a los corruptos a no sentir, a
diferencia de otros pecadores, la necesidad del perdón de Dios.
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