Revestidos con una nueva armadura

La sotana, distintivo clerical

Eduardo Ramírez Mariscal,
1° de Filosofía

Se levanta el Sol en el horizonte de la Sierra de Tapalpa y, junto con él, también las ilusiones de los jóvenes Seminaristas a quienes se impondrá la sotana, como muchos lo vivimos hace algunos años durante el Curso Introductorio en aquella Casa de Tapalpa. En esta celebración, del sábado 30 de enero, nos alegramos junto con ellos, porque significa renovarle un «Sí» a Dios, quien nos ha llamado a seguirlo con aquellas palabras: «Ven y sígueme», que algún día resonaron en nosotros de manera maravillosa en nuestro interior.
Este «sí» que le damos a Dios cada día no podría ser posible sin la oración y el apoyo de todo el Pueblo de Dios, pues su plegaria es la que nos mantiene en pie para que caminemos en nuestro proceso vocacional. Y no sólo eso, sino también para mejorar nuestra entrega con generosidad a cada instante, pues nosotros somos jóvenes como todos, con grandes sueños, como lo experimentamos el día en que por vez primera vestimos la sotana. Nos alegramos, pues, con ellos, y recordamos este momento tan especial en esta etapa de formación y, además, en un lugar tan propicio para la vida de oración y de comunidad en aquella Sierra del Sur de Jalisco, donde parece que se asoma el cielo.

Gozo y tarea redoblada
Aproximadamente 80 hermanos Seminaristas fueron aprobados para recibir la sotana, y con ello asumir el compromiso firme de discernir su llamado con fidelidad y obediencia a la Iglesia en este camino de santidad hacia el Sacerdocio. Solemne ocasión en que brotan los sentimientos encontrados de nervios y a la vez de alegría al estar conscientes de esta responsabilidad implícita, pero siempre confiando en la Gracia de Dios.
Dicho compromiso de desentrañar nuestra vocación debe ajustarse al ejemplo de nuestra Madre, La Morenita del Tepeyac; es decir, con mucha humildad y bajo la guía de nuestros Superiores que, iluminados por Dios, podrán llevarnos al desprendimiento de todo, incluso de la vida. Pero, para ello, hemos de estar en constante oración, a imitación del Maestro y Dueño de la Mies. Es por ello que le pedimos a María, Ella que conoce el temblor del corazón joven ante la llamada del Eterno, que nos ayude a saber lo que Él nos pide.

Simbolismos
La sotana tiene un especial significado. Para empezar, su color negro nos da a entender la renuncia al mundo; es decir, que desde ese momento nos proponemos desprendernos de lo material y buscar sólo agradar a Cristo. La banda que es la faja que se ciñe alrededor de la cintura, y que en el Seminarista es de color azul, simboliza nuestra consagración a la Virgen María y la castidad de corazón que buscamos, y por ello se pone del lado izquierdo, pues en este flanco se encuentra el corazón. Y, sobre la sotana, se viste la cota (antes llamada también roquete o sobrepelliz), una vestidura blanca que representa la pureza de corazón que buscamos, y la cual se emplea solamente en los actos litúrgicos. A grandes rasgos, esto significa la indumentaria clerical que usamos en el llamado “Corazón de la Diócesis”, nuestro amado Seminario.
La toma de sotana se lleva a cabo en una Celebración Eucarística, presidida habitualmente por el Arzobispo de Guadalajara, en este caso el señor Cardenal José Francisco Robles Ortega, quien, a la vez, también es el Rector del Seminario de Señor San José. Los alumnos, acompañados de sus familiares y de un “Padrino”, reciben, de manos de nuestro Pastor, la vestimenta que figura la entrega y búsqueda de la Voluntad de Dios.
A nuestros hermanos Seminaristas les decimos que, revestidos con esta nueva armadura, salgan adelante y le digan valientemente su «Sí» al Señor, fiados en Cristo, y que imiten sus mismos sentimientos.

De frente

Evolución

Durante muchos años, se estiló que los alumnos del Seminario Menor, a partir del 5º ó 6º Grado de Humanidades, podían solicitar, por escrito, la imposición de sotana (que entonces incluía el bonete negro, con borla azul), la cual quedaba sujeta a la anuencia de su Prefecto o del Rector.
Posteriormente, se hizo costumbre que durante el Curso Introductorio, que tiene efecto en la Casa del Seminario en Tapalpa por espacio de un año, los alumnos que apruebe el Padre Prefecto reciban y vistan la sotana. Todo ello forma parte de la preparación espiritual, académica, anímica y comunitaria para emprender, al siguiente año, los Estudios Superiores de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor (en Cahapalita).

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