Mons. Martorell: “Abramos el corazón a Dios para que podamos ser testigos del amor”
“En la primera lectura, el profeta Nehemías muestra al pueblo de Israel, pueblo que tiene en el centro de su corazón y su vida la palabra del Señor. El sacerdote Esdras y los levitas instruyen al pueblo leyendo y explicando la Ley dada por Dios a Moisés. Los integrantes del pueblo, después de escuchar ‘postrados en tierra adoraron al Señor’. Todo el contenido de las lecturas bíblicas de la liturgia de este domingo se podría encerrar en dos palabras: ‘cuerpo’ y ‘Palabra’. Ya en esta lectura se nota esta relación cuando dice: ‘todo el pueblo se reunió como un solo hombre’para escuchar la lectura del Libro de la Ley”.
El prelado señaló que en la segunda lectura, el apóstol Pablo presenta una elocuente comparación, según la cual, la Iglesia se define como ‘Cuerpo de Cristo’: “El apóstol hace una presentación sobre el tema del cuerpo humano, para afirmar después que, así como muchos miembros se unen entre sí en la unidad del cuerpo humano, de la misma manera todos nosotros nos unimos en Cristo mismo porque ‘hemos sido bautizados en un solo Espíritu’ y ‘hemos bebido del mismo Espíritu’”.
Agregó que “por obra del Espíritu Santo constituimos, con Cristo y en Cristo, una unión semejante a la de los miembros en el cuerpo humano. Cuando pensamos en la riqueza y complejidad del cuerpo humano, obra de Dios, obra de su sabiduría, cuando contemplamos sus sistemas, sus órganos, su células, sus funciones y su misteriosa interrelación, no podemos dejar de pensar en la riqueza insondable que Dios quiere dar a su Iglesia en sus carismas, en sus ministerios, para bien de toda la Iglesia, pues como dice el apóstol ‘Dios dispuso el cuerpo … a fin de que no haya divisiones, sino que todos los miembros sean mutuamente solidarios’. En la Iglesia la diversidad está ordenada a la unidad, los dones de Dios son para la utilidad común”.
El obispo de Puerto Iguazú dijo que “el Evangelio nos presenta a Jesús que, como era su costumbre, se dirige a la sinagoga de su pueblo y lee la profecía de Isaías sobre el Mesías esperado y ante el asombro de todos proclama: ‘Hoy se cumple esta escritura que acaban de oír’. De este modo comenzó en Nazaret su enseñanza pública, es decir, el anuncio de la Palabra, afirmando que era el Mesías anunciado en el libro profético”.
“El Cuerpo de Cristo, es decir la Iglesia, se construye desde el comienzo, a partir de la Palabra de Dios donde Él expresa su plan salvífico. Es la Palabra el nexo y la unión de la comunión espiritual con la que se edifica la Iglesia. Es la Palabra la que va dando unidad al Cuerpo, la palabra predicada por Cristo y luego la palabra de la predicación de los Apóstoles y de la Iglesia en el magisterio y la tradición. En la Palabra de Dios, el Espíritu Santo habla al corazón del ser humano para unirse con los hombres y para que los hombres se unan a Cristo. El Espíritu de Cristo une a los miembros, a los órganos, a las células, y construye así la unidad del cuerpo fundándose en la palabra de Cristo”.
Monseñor Martorell concluyó diciendo que “en este Año de la Fe, el Papa nos llama a profundizar nuestra relación con Jesucristo, la Palabra de Dios en una experiencia personal que nos lleve a vivir como Jesús. Frecuentando la Palabra y los sacramentos, especialmente la Eucaristía, abramos el corazón a Dios para que con la fuerza del Espíritu Santo podamos ser testigos del amor, la misericordia y la cercanía de Dios para quienes nos rodean”.+
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