Falleció el hermano misericordista Freddy Van der Sypt

Santiago del Estero (AICA): El domingo 24 de enero falleció en el Hospital Austral, de Pilar, provincia de Buenos Aires, el Hno. Freddy Van der Sypt, de la congregación de los Hermanos Misericordistas. Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Santiago del Estero, donde el lunes 25 se realizó el velatorio en la capilla San José. Hoy, a las 9, se celebró la misa exequial de cuerpo presente en la catedral basílica Nuestra Señora del Carmen, al término de la cual sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio Parque de la Paz.
El pasado domingo 24 de enero falleció en el Hospital Austral, de Pilar, provincia de Buenos Aires, el Hermano Freddy Van der Sypt FDM, de 72 años, de la congregación de los Hermanos de Nuestra Señora de la Misericordia, fundada en 1839 en Bélgica. Sus restos fueron trasladados a la ciudad de Santiago del Estero, donde el lunes 25 se realizó el velatorio en la capilla San José. Hoy, a las 9, se celebró la misa exequial de cuerpo presente en la catedral basílica Nuestra Señora del Carmen, al término de la cual sus restos mortales fueron inhumados en el cementerio Parque de la Paz.

El obispo de Santiago del Estero, monseñor Vicente Bokalic CM, manifestó compartir con dolor la noticia del fallecimiento del Hermano Freddy y dio gracias al Señor por el don de su vocación religiosa, por su fraternidad y servicio a los hermanos.

El hermano Freddy Van Der Sypt nació en Kalken el 19 de junio de 1943. A la edad de 17 años ingresó en la Congregación de los Hermanos Misericordistas. Comenzó su noviciado el 25 de agosto de 1960, hizo su primera profesión religiosa el 26 de agosto de 1961 y la profesión perpetua el 26 de marzo de 1966. Fue ordenado sacerdote en la capital santiagueña el 6 de octubre de 1990 por el obispo de Santiago del Estero, monseñor Manuel Guirao.

A continuación publicamos una semblanza del Hermano Freddy escrita por el superior general de la Congregación, Hermano Paolo Barolo.

Semblanza del Hno. Freddy van der Sypt
Nuestro querido Hno. Freddy ya está en la Casa del Padre. Él, que fue testimonio de su misericordia, ahora ha recibido su justa recompensa pues ha entrado en la Vida con las manos llenas de buenas obras.

Podríamos afirmar que toda su vida ha sido una entrega generosa a los más pobres en todo lugar a los cuales la obediencia lo había enviado. ¿Obediencia o deseo de servir en las periferias de las periferias?

Inmediatamente después de su profesión perpetua, se hace disponible para ir a África: en la misión de Burundi y de Rwanda, que la Congregación había abierto desde algunos años y que le proporcionará, junto a momentos muy agradables, también experiencias difíciles y sumamente tristes como cuando, en períodos de las luchas tribales, fue testigo de los múltiples y crueles asesinados de muchos de sus alumnos y antiguos alumnos educados y formados con tanto cariño y esfuerzo. En aquel entonces, muchos misioneros de la Congregación se volvieron a Europa al no poder soportar realidades tan crueles, mientras que él se mantuvo firme hasta ser echado para que no fuera testigo y diera testimonio de tanta masacre (1983). Siempre tuvo un recuerdo impactante de ese período de su vida que recordaba con cariño; al hablar de ello su rostro se iluminaba y, cada vez que tenía la oportunidad, se expresaba en "kirundi", el idioma original de esas tierras.

¿Qué hacer al tener que volver a Europa? ¿Estar de brazos cruzados? Una actitud totalmente ajena a su carácter. Por eso, a la primera solicitud y propuesta que tuvo, se fue para Uruguay (1985), para comenzar una nueva etapa de servicio. Así lo vemos en la Comunidad de Montevideo animando las actividades educativas del Liceo Misericordista y, a la vez, trabajando como albañil en la construcción del "Comedor", para dar solución al hambre de tantos niños y niñas. Y cuando la pobreza y el hambre se alejaron geográficamente del Cerrito, también el "Comedor" se fue con ellos, para seguir sirviendo y dar respuesta al hambre y a las necesidades de la gente. Estar en medio de la gente en necesidad era su estilo de vida y su deseo.

Un estilo que no cambió cuando se fue a Santiago del Estero (1989); allí la comunidad misericordista ya había construido una pequeña estructura social en el barrio de La Católica, "el salón". Un lugar donde se celebraban los velorios, se impartía la catequesis, se tenían reuniones de barrio y fiestas familiares y sociales. El Hno. Freddy continuó y amplió esa obra social, desarrollándola, comenzando la construcción de casitas para personas ancianas y solas, visitando a los enfermos, llevando comida y, no pocas veces, haciendo de pacificador entre los miembros de las familias que, como él decía, realizaban, entre ellos, una guerra de pobres.

Aunque de una forma diferente, su servicio continuó en Buenos Aires (1994) coordinando la catequesis en el Instituto Luján, estando presente en campamentos y actividades institucionales, especialmente en la obra social del Tabor que él mismo levantó.

Montevideo, Santiago del Estero y Buenos Aires son las tres comunidades de los hermanos misericordistas por las cuales el Hno. Freddy trabajó desde 1985 hasta que el Señor lo llamó para decirle: "Ven, bendito de mi Padre, porque tenía hambre y me diste de comer; tenía sed y me diste de beber, estaba desnudo y me vestiste, estaba preso y me viniste a ver, enfermo y viniste a visitarme".

Y si una calidad humana podemos destacar del Hno Freddy, fue ciertamente la generosidad. El ser generoso lo llevó a desprenderse de su casa, de su pueblo y de su patria. Esa misma generosidad lo llevó a Africa, al Uruguay o a Santiago del Estero: generosidad y disponibilidad, pues donde hacía falta su entrega y su servicio, allí estaba el Hno. Freddy.

¿Qué decir de su creatividad? No sólo en la construcción de estructuras para las obras sociales, sino en encontrar los medios para servir a la gente, o para acompañar a las personas en las dificultades del día a día, o para instaurar nuevos caminos de crecimiento en las actividades apostólicas.

¿Y su "calidez"? Pienso que cada persona que se le acercaba sentía ese cariño, esa amabilidad: tenía en su corazón el sentido de la hospitalidad y de la amistad sincera y profunda. Sabía alegrarse con los que tenían éxito y consolar ante un fracaso.

Todas virtudes que lo hacían un sacerdote y un religioso ejemplar, amado, respetado y escuchado por todos. Por eso muchos lo tenían como director espiritual: sabía escuchar y dialogar y tenía el don del acompañamiento y del consejo.

Los hermanos del Uruguay y de la Argentina lo hemos tenido como Delegado del Superior General por muchos años: fue nuestro guía, así como nuestro formador. Con él comenzó el camino de la Misión Compartida y el acercamiento Hermanos-Laicos. Él nos representó en los Capitulos Generales de la Congregación.

Gracias, Hermano Freddy, por tu gran corazón, por haber sido un religioso ejemplar, de mucha oración y de gran espiritualidad. Ha sido esa cercanía de Jesús sacramentado y que tú encontrabas cada día en la celebración de la Eucaristía, que te ha dado la fuerza de ser testigo y testimonio de la misericordia del Padre y ser el rostro visible de un Dios compasivo. Gracias.+

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