Pastoral para la Comunicación. – El Pbro. Arturo Jaime Hagan celebró sus Bodas de Oro en la parroquia San Antonio de Padua, “La Gloria” en Tijuana, comunidad en la que ha servido por más de treinta años. Motivo por el cual en la Acción de Gracias de la Eucaristía presidida por el Arzobispo de la Arquidiócesis Mons. Francisco Moreno Barrón y concelebrada por sacerdotes. Además de la presencia de su familia, laicos y consagrados el Arzobispo agradeció a Dios el don ministerial del P. Hagan, quien aseguró que no solo la comunidad de San Antonio de Padua se alegra por el aniversario 50 sacerdotal del Padre, sino toda la Arquidiócesis por ser parte del sacerdocio de Cristo, pues Cristo es el Único y Eterno Sacerdote, Ungido por el Padre Dios desde toda la eternidad.
Durante la homilía resalto el Arzobispo: “Dios llamó al Padre Arturo y él respondió que “sí” en medio de obstáculos y dificultades pues ya desde hace 50 años que el Señor le dio este regalo, esta gracia de ser su sacerdote. Y, ¿Para qué fue ordenado el P. Hagan? para predicar la Palabra de Dios, para llevar la vida del Evangelio a muchas personas, para administrar los sacramentos que Cristo dio a su Iglesia como medio de santificación y salvación’’. Y –continuo- “ya que él recibió el sacramento del Orden Sacerdotal, cuando el Obispo impone las manos sobre su cabeza para desempeñar un ministerio especial en medio del pueblo de la Iglesia, (…) que hermosa es la vida del sacerdote que está llamado a ser Padre y Pastor en medio de las ovejas”.
Uno de los momentos emotivos de la Eucaristía fue en la presentación de los dones del pan y vino, cuando la hermana y sobrina del Pbro. Hagan ofrecieron una casulla y estola atuendo propio del sacerdote que ahí mismo ellas ayudaron a revestir al festejado, concluyendo el momento con un fuerte abrazo, motivando el aplauso de todos los presentes visiblemente conmovidos.
Por su parte el P. Hagan, después del momento de silencio posterior a la comunión, dirigió unas palabras a su comunidad que desde hace 30 años le recibió con los brazos abiertos: “yo tenía dos opciones, ser sacerdote o beisbolista, entre al seminario desde que tenía 14 años y fui muy feliz. Llegue a Tijuana hace más de 35 años y me recibieron con cariño. Doy gracias a Dios primeramente por mis padres, son el don más grande que Dios me ha dado, todos los días doy gracias a Dios por ellos, por su devoción y amor. Doy gracias a Dios por el Sr. Arzobispo, por su sencillez, por su cariño conmigo, es ejemplo de gracia y de alegría. Gracias al P. Lorenzo Joy, que vio por mí desde hace años. Por su amistad y calidad de sacerdocio que es motivación para mí y todos mis hermanos sacerdotes. Gracias a mi párroco P. Abel González García que hemos trabajado en comunión por el bien de la comunidad. Nosotros hoy reunidos compartimos el sacerdocio de Cristo por el cual damos gracias esta noche, y pedimos la bendición de Nuestro Señor Jesucristo para nuestra vida y la de nuestra familia, muchas gracias’’.
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