A pesar de la gravedad del problema, Mons. Aquila también reconoció que desde hace 20 años la Iglesia en Colorado ha venido reportando a las autoridades civiles las denuncias de abuso.
El informe emitido el 23 de octubre del 2019 examinó los archivos y expedientes de personas de las diócesis de Colorado que datan de hace 70 años. Encontró que 43 sacerdotes diocesanos desde 1950 fueron acusados de forma creíble de abusar sexualmente de al menos 166 niños en el estado.
El documento se emitió después de una investigación de siete meses realizada por un exfiscal de Estados Unidos, Bob Troyer. Los obispos de Colorado y el fiscal general del estado decidieron mutuamente apoyar la investigación, que fue financiada por un donante anónimo.
Mientras que casi el 70% de las víctimas fueron maltratadas en los años sesenta y setenta, los actos de abuso sexual clerical más recientes documentados en el informe tuvieron lugar en 1998, cuando un exsacerdote de Denver, ahora encarcelado, abusó sexualmente de un adolescente.
Mons. Aquila, dijo el 23 de octubre a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– que después de que surgió el escándalo del excardenal Theodore McCarrick en junio de 2018, los obispos de Colorado querían una investigación independiente de sus propios archivos. El Arzobispo dijo que llegaron a un acuerdo con la oficina del fiscal general sobre la investigación porque querían comprender la “naturaleza histórica del abuso sexual en el estado de Colorado entre los sacerdotes diocesanos”.
“Ninguno de nosotros sabía lo que íbamos a descubrir”, dijo Mons. Aquila.
El informe documenta casos en los que se ignoraba el abuso sexual cometido por sacerdotes, en algunos casos, durante los años sesenta y setenta, ya que los abusadores eran trasladados de una parroquia a otra por los líderes de la Iglesia.
Mons. Aquila dijo que estaba decepcionado y enojado al ver que la Iglesia no había respondido a algunas acusaciones.
“La Iglesia realmente no respondió bien a estos casos. Es una preocupación genuina que eso no se repita”, dijo.
Luego agregó: “Si un menor es abusado sexualmente, ese sacerdote debe enfrentar la justicia. Necesita ser reportado a las autoridades civiles, llevado a juicio y laicizado. Y estamos obligados a seguir esa política, y creo que hecho durante los últimos 20 años”.
Mons. Aquila dijo que el informe, que ofreció recomendaciones a las diócesis de Colorado sobre la mejor manera de responder a las acusaciones, será útil para su Arquidiócesis.
“De nuestra revisión de archivos quedó claro que, especialmente antes de principios de la década de 1990, las diócesis de Colorado (como otras) a menudo no documentaban intencionalmente las acusaciones de abuso sexual infantil ni se referían a ellas en términos tan eufemísticos que estaban completamente oscurecidas. En algunos casos, los funcionarios de la Iglesia en la década de 1980 eliminaron dicha documentación de los archivos de los sacerdotes”, dijo el informe.
“Nuestra revisión confirmó la larga historia de silencio, autoprotección y secreto de la Iglesia Católica Romana potenciada por el eufemismo. En el pasado, las diócesis de Colorado han desplegado un lenguaje evasivo y opaco para ocultar los informes y su conocimiento del abuso sexual infantil por parte del clero”, añade el texto.
El informe citó ejemplos en los cuales las diócesis de Colorado documentaron acusaciones de abuso sexual coercitivo y en serie de niños, incluida la violación, con términos eufemísticos.
El informe también dijo que las diócesis de Colorado fueron históricamente negligentes al informar las denuncias a la policía. Se lamentó de que “al menos hasta principios de la década de 1990 los profesionales que afirmaban tener una alta autoridad moral optaban por proteger su institución y sus colegas antes que a los niños”.
En una carta a los sacerdotes, emitida el 22 de octubre, Mons. Aquila escribió que después de leer el informe “mis sentimientos han variado desde una profunda tristeza por las víctimas, hasta la ira hacia los perpetradores, compasión y solidaridad hacia las víctimas y un profundo dolor por la Iglesia y su clero por tener que experimentar esto. Me ha llevado a comprender de manera más profunda la realidad del pecado y el mal, que puede afectarnos a cualquiera de nosotros en cualquier momento”.
En una carta a los católicos de Denver, Mons. Aquila elogió “el coraje de los sobrevivientes que han compartido las historias de sus abusos”.
“Sé que no hay palabras que pueda decir que alivien el dolor. Sin embargo, quiero dejar en claro que, en nombre mío y de la Iglesia, pido disculpas por el dolor que ha causado este abuso, y por todas las veces que los líderes de la Iglesia no pudieron evitar que ocurriera. Lamento esta horrible historia, pero es mi promesa de continuar haciendo todo lo que pueda para que nunca vuelva a suceder. Mi sincera esperanza es que este informe proporcione una pequeña medida de justicia y curación”, dijo el Arzobispo, mientras ofrecía reunirse con cualquier sobreviviente que deseara verlo.
Mons. Aquila dijo a CNA que espera que ayude en cierta medida el Colorado Independent Reconciliation and Reparations Program, una iniciativa dirigida a los sobrevivientes de abuso sexual clerical, para que busquen una compensación financiera a través de un organismo independiente facultado para determinar la cantidad de dinero que una diócesis debe enviar a la víctima. Se han establecido programas similares en California y otros estados.
El Arzobispo también enfatizó su convicción de que la Arquidiócesis de Denver, desde la década de 1990, ha sido proactiva sobre su enfoque para prevenir y abordar el abuso sexual. Señaló que sus predecesores más recientes, el Cardenal James Stafford y el Arzobispo Charles Chaput, tomaron en serio el tema de abusos y habían desarrollado políticas estrictas sobre la respuesta de la Iglesia.
El informe reconoció que “las prácticas de las diócesis de Colorado son mejores de lo que eran”, y agregó que “deben continuar evolucionando”.
El informe ofreció varias recomendaciones a las diócesis de Colorado, incluida la realización de cambios en la composición y las prácticas de los “equipos de respuesta” o “juntas de revisión diocesanas” y sus métodos.
Esas juntas son responsables de revisar las denuncias de abuso o mala conducta, generalmente después de que la policía lo haya hecho, para ayudar en las investigaciones canónicas y hacer recomendaciones sobre la idoneidad de los sacerdotes para el ministerio.
El informe dice que cuando tales juntas entrevistan a las víctimas, su enfoque puede parecer intimidante. También instó a que un investigador independiente revise las denuncias de abuso durante el proceso de investigación interna de la Iglesia, que normalmente se produce después de las investigaciones policiales.
“Vamos a tomar sus recomendaciones”, dijo Mons. Aquila, señalando especialmente la recomendación de que el “componente de investigación se entregue a alguien que sea independiente”. El Arzobispo dijo que su diócesis ya ha comenzado ese proceso.
El informe también sugirió que la junta de revisión de Denver no esté compuesta específicamente por católicos, que, según dijo, es probable que tengan un sesgo institucional a favor de proteger a la Iglesia.
Mons. Aquila desafió esa suposición indicando que los católicos han estado enfáticamente enfurecidos por el abuso infantil en la Iglesia y ansiosos por acabar con éste.
Sin embargo, dijo que los líderes arquidiocesanos discutirán la mejor manera de implementar las recomendaciones del informe.
Mons. Aquila dijo a CNA que, en su opinión, la cultura de la Iglesia ha cambiado considerablemente en las últimas décadas, lo que hace que el abuso sexual clerical sea mucho menos probable que en las décadas de 1960 y 1970, cuando alcanzó su punto máximo en Colorado.
“Con todo el examen que hacemos hoy, para los hombres que ingresan a los seminarios, e incluso el examen continuo que hacemos mientras están en el seminario... realmente estamos formando sacerdotes que son saludables, que pueden vivir vidas castas de celibato, y también ayudamos a las personas para ver que pueden vivir virtuosamente, y que estamos llamados a vivir virtuosamente”, dijo.
“La formación de hoy es muy diferente de lo que era hace 30, 40, 50 años. Hubo una cierta rigidez en aquellos años que nunca se fijó realmente en el verdadero llamado a la santidad... No hubo intimidad con Jesucristo, ni relación personal con Jesús, y cuando lees la vida de los santos, ves lo evidente esa relación personal estaba en sus vidas”, añadió.
Mons. Aquila asegura que en las décadas de 1960 y 1970 “muchos dentro de la Iglesia tenían una comprensión muy superficial del poder y la autoridad de Cristo”.
“Hubo una verdadera malformación de la persona humana y de los hombres que se convirtieron en sacerdotes. No escucharon claramente el llamado a la santidad y la intimidad con Cristo, y no confiaron en sus promesas”, indicó.
Mons. Aquila añadió que además de garantizar la salud psicológica, fomentar la salud espiritual entre los sacerdotes es fundamental para erradicar el abuso sexual en la Iglesia.
“Estoy totalmente convencido de la enseñanza de Juan Pablo II sobre la teología del cuerpo, y realmente creo que eso ha ayudado a la Iglesia a comprender el verdadero significado de la dignidad del cuerpo humano y la comprensión de la sexualidad humana”, dijo.
En una declaración del 23 de octubre, el Obispo de Colorado Springs, Mons. Michael Sheridan, escribió que “una víctima del horrible crimen de abuso sexual infantil es demasiado” y que “la Diócesis de Colorado Springs es dueña de las consecuencias de tener tres”.
“La investigación encontró que el último de estos incidentes ocurrió alrededor de 1986. Con el Arzobispo Aquila y el Obispo Berg, me comprometo en nombre de esta Diócesis a aceptar e implementar completamente todas y cada una de las recomendaciones hechas por el informe”, señaló.
El Obispo de Pueblo, Mons. Stephen Berg dijo: “Quiero asegurar a todos que desde principios de la década de 1990, una década antes de que se introdujera la Carta de Dallas para la Protección de Niños y Jóvenes, la Diócesis de Pueblo promovió la sanación e implementó procedimientos destinados a garantizar un ambiente seguro para nuestros hijos. Hemos ordenado una política de tolerancia cero, eliminando a cualquier sacerdote o ministro por cualquier acto de conducta sexual inapropiada con un menor. Inmediatamente denunciamos cualquier sospecha de abuso infantil a las fuerzas del orden y cooperamos plenamente con ellas”.
Mons. Berg concluyó diciendo que “si queremos reformar verdaderamente la Iglesia, debemos comenzar de nuevo y siempre con nuestra misión única y primaria como católicos de proclamar a Jesucristo, la Palabra viva de Dios, como el Camino, la Verdad y la Vida”.
“Para alcanzar a las víctimas inocentes que han sido gravemente dañadas, recemos por nuestro liderazgo de la Iglesia para que tome los siguientes pasos para terminar con todas las facetas de esta tragedia”, agregó.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
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