Ciudad del Vaticano
“Aquí no hay colapso o default. Solo hay necesidad de una revisión de los gastos. Y eso es lo que estamos haciendo. Puedo probártelo con números”. Así, el Presidente de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, APSA, el obispo Nunzio Galantino, entrevistado por el diario católico italiano Avvenire, desdramatiza los anticipos periodísticos de un nuevo libro sobre el Vaticano.
Después de explicar de dónde proceden los bienes gestionados por la APSA -en parte como resultado de la Convención Financiera anexa al Pacto de Letrán de 1929-, Galantino dijo que “la situación actual de la administración de la Santa Sede no es nada diferente de lo que ocurre en cualquier familia o incluso en los Estados de los diferentes continentes. En un momento dado se mira lo que se gasta, se ve lo que entra y se intenta reequilibrar los gastos”.
En cuanto al balance de la APSA, Monseñor Galantino desminitió que el resultado negativo sea consecuencia de “una gestión clientelar y sin reglas, de la contabilidad fantasma y del obstinado sabotaje a la acción del Papa”, como se ha escrito. “De hecho -explica- la gestión ordinaria de la APSA en 2018 cerró con un beneficio de más de 22 millones de euros. Los datos contables negativos se deben exclusivamente a una intervención extraordinaria destinada a salvar el funcionamiento de un hospital católico y los puestos de trabajo de sus empleados”.
Galantino también niega que la APSA tenga cuentas encriptadas o una contabilidad paralela. “Confirmo e insisto: La APSA no tiene cuentas secretas o encriptadas. Demuestren lo contrario. En la APSA tampoco hay cuentas de personas naturales u otras personas jurídicas, excepto los dicasterios de la Santa Sede, los órganos anexos y el Governatorato. Un Estado que no tiene impuestos o deuda pública solo tiene dos maneras de vivir. Obtener rédito de sus propios recursos y depender de las contribuciones de los fieles, incluso de los que están en el Óbolo di San Pietro. Aquí quieren que la Iglesia no tenga nada y que, en todo caso, dé un pago justo a sus empleados y responda a muchas necesidades, en primer lugar a las de los pobres. Es evidente que no puede ser así. Se necesita una revisión de los gastos para contener los costos de personal y la compra de materiales, y se está trabajando en ello con mucho cuidado y atención. Así que no hay alarma sobre el hipotético default. Más bien, hablamos de una realidad que se da cuenta de que hay que moderar los gastos. Como sucede en una buena familia o en un Estado serio”.
El presidente de la APSA proporciona datos sobre las propiedades gestionadas por su dicasterio: “Se trata de 2.400 apartamentos, la mayoría en Roma y Castel Gandolfo, y 600 entre tiendas y oficinas. Los que no generan ingresos son los apartamentos de servicio o las oficinas de la Curia. En cuanto a su valor de mercado, es imposible hacer una estimación. Tomemos los edificios de la Piazza Pio XII: ¿cuánto valen en la práctica? Si se convierten en un hotel de máximo lujo, es una cosa; si albergan las oficinas de la Curia Romana, tal y como lo hacen ahora, no valen nada. Además, alrededor del 60 por ciento de los apartamentos se alquilan a empleados que tienen necesidades, a los que se les cobra un alquiler reducido. Se trata de una forma de vivienda social. Si esto lo hacen las grandes empresas privadas, son acciones encomiables que cuidan del personal. Si lo hace el Vaticano, somos incompetentes, o peor aún, no sabemos cómo administrar el patrimonio”.
“Poner al Papa contra la Curia -concluye Galantino- es un cliché periodístico desgastado. Todos seguimos trabajando para equilibrar los ingresos y los gastos, y por eso tratamos de hacer exactamente y solo lo que el Papa quiere. Otras lecturas se acercan más al Código Da Vinci, es decir, una aproximación absolutamente novelesca a la realidad”.
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