En declaraciones al diario hondureño La Prensa, el Prelado señaló que estos días “muchos católicos que quizás a lo largo de los años están más fríos se acercan”. En ese sentido, dijo que “tenemos que aprovechar para insistir que no sean solo católicos de Semana Santa, que sean católicos de todo el año”.
“Al que llega no hay que regañarlo, ni espantarlo, hay que decirle ‘qué bien que has venido, incorpórate a la comunidad’. Los sacerdotes acogemos a todos en Semana Santa y les pedimos que participen más frecuentes”, afirmó.
Mons. Garachana recordó que desde niño vive la Semana Santa como “un tiempo muy especial” y que ahora como Obispo, cuando está en el obispado, “tengo mi meditación, mi oración personal”. “Cuando voy con la gente en el Viacrucis, en la procesión, lo vivo por dentro, me siento unido íntimamente a este pueblo. En Semana Santa expreso mi fe, renuevo mi fe y animo la fe de este pueblo”, afirmó.
Violencia y fe
El Obispo de San Pedro de Sula abordó la problemática de la violencia. “La pregunta es ¿hasta qué punto se puede perder la fe, la moral y la conciencia como para matar? El problema para mí está en los que matan. Las personas que sufren el efecto de la violencia me han dicho: ‘Padre, lo que me da fuerza es la fe’. Es un contraste”, señaló.
Mons. Garachana aseguró que hay casos de personas que se han arrepentido de los crímenes, “han pedido perdón a sus víctimas, les duele en el alma, han hecho penitencias y que quieren rehacer su vida”, aunque también “hay otros que no han tenido ese cambio”.
“Por parte de la iglesia lo que se tiene que hacer es el llamado, decirles que pueden cambiar, rehacer su vida. La posibilidad del cambio a nadie se le puede negar. Dios no niega el perdón a nadie que se lo pide. Mientras vivimos podemos cambiar, la tarea de la iglesia es cómo llegar a estas personas, cómo decirles que pueden cambiar”, afirmó.
En ese sentido, destacó que celebrará el lavatorio de pies en el Centro Penal Sampedrano motivado por “el ejemplo de Jesús. En tiempos de Jesús los sirvientes lavaban los pies a los huéspedes. Jesús se hizo un siervo y si él lo hizo yo tengo que hacer algo semejante. Lavar los pies en la Catedral está bien, es un gesto de humildad, pero los más rechazados, excluidos y condenados son los privados de libertad”.
“La sociedad los desprecia en general, entonces un gesto como el de Jesús es ese, acercarme a los que son despreciados y decirles; ustedes valen, son hijos de Dios, pueden rehacer su vida. Como Jesús les lavó lo pies y se los besó”.
Por ello, exhortó a los delincuentes a acoger la semilla del mensaje de Jesús, que “no la desprecien”. “No se van a arrepentir de ser buenos, Dios no abandona a los que le aman de corazón y a los que aman también al prójimo”, aseguró.
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