Sé que no tiene nada que ver con el nuevo año, pero en los últimos días he estado reflexionando sobre un asunto: la democracia en el siglo XXI. Por supuesto que el sistema actual, con su método de selección, logra que la mediocridad ocupe las cúspides del poder en todos los países, salvo excepciones. Ahí está la raíz de los problemas que nunca se acaban de resolver. Allí, no en otra parte.
Putín logró el poder absoluto hace ya mucho tiempo. Qué diferente hubiera sido la vida de los rusos si Monsieur Poutine hubiera sido de otra manera, si hubiera tomado otros rumbos. Hay ocasiones en que una sola persona cambia de forma radical el destino de millones de seres humanos.
La solución de todo esto no está en la democracia directa. Prefiero todas las corruptelas de nuestro actual sistema de poder representativo, que no el futuro previsible que se derivaría de otorgar el poder a un número infinito de asambleas populares.
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