2016: año de sorpresas

2016: año de sorpresas

Por  Antonio Maza Pereda |

Un año curioso, el 2016. Un año de sorpresas políticas, en México y en el extranjero. Sorpresas que nos hacen comprender que las interpretaciones que hacemos de la sociedad, la política y sus procesos no son necesariamente acertadas. Y esto es muy bueno: necesitamos entendernos cada vez mejor a nosotros mismos, para poder operar  cada vez mejor en sociedad.

Este es estrictamente un artículo de  opinión y rigurosamente personal. No pretendo tener mejor interpretación que otros articulistas que tratan estos temas. Es mi visión personalísima y acepto de entrada que puede estar equivocada. Con esa advertencia, la ofrezco a su juicio y la pongo a debate, con la esperanza de que  de la discusión surja algo de luz.

La primera sorpresa fue la aceptación de la propuesta de que el Reino Unido abandone la Unión Europea, conocida como BREXIT. Los dos partidos políticos mayores apoyaron la permanencia del país en la Unión Europea, la prensa votó mayoritariamente en contra de salirse, las encuestas pronosticaban permanecerían en el tratado. Pero, por una escasa mayoría, se votó por salir. Los razonamientos, la mercadotecnia política, la influencia de la prensa y la maquinaria de los partidos no dieron el resultado que se esperaba. Y las encuestas fallaron lamentablemente.

Después, la derrota del PRI en la gran mayoría de las gubernaturas en las que compitió. También en contra de lo pronosticado por los politólogos, encuestadores y a pesar del apoyo de prensa y televisión de las localidades y en muchos casos en los medios nacionales. Tan sorpresivo que el propio partido Acción Nacional no lo podía creer. El dinero gastado en las campañas tampoco fue suficiente para convencer a la ciudadanía.

A continuación, la derrota el tratado de paz en Colombia, puesto a consulta en referéndum. Los medios, las encuestas y los expertos de nuevo fueron incapaces de pronosticar una derrota, a pesar del hecho incontrovertible de que Colombia ha sufrido muchísimo en esa que ha sido la  guerra de mayor duración en la historia de América y era de esperarse que la ciudadanía ya estuviera harta de la violencia y que aceptaría prontamente esta oportunidad de limitarla.

Y, por supuesto, el triunfo de Trump. Expertos, prensa, medios, encuestas fallaron una y otra vez para entender el mecanismo que le dio la victoria primero en el Partido Republicano y después en la contienda por la presidencia.

¿Qué pasó? Las explicaciones de comentaristas y expertos no resultan suficientes. Es importante entender por qué se dan tantas excepciones al interpretar esos temas. Los mecanismos de control y de manipulación de la ciudadanía usados por la clase política están siendo inútiles. Y, como en otros casos, la clase política no entiende que no entiende.

No por falta de explicaciones. Que hay un cambio generacional. Pero, al parecer no está operando como se esperaba. Hoy en proporción la población madura y de tercera edad sobrepasa a las nuevas generaciones en número de votantes y sienten que han sido olvidados por la clase política. Han votado en contra de Clinton en EEUU y a favor del BREXIT, en Inglaterra. En México y en Colombia no hay suficientes estadísticas para construir una interpretación en este sentido.

Otra interpretación: el poder de influencia de los medios tradicionales es cada vez menor. Periódicos con una larga historia de “guiar· a la opinión pública”, están cerrando por tener menos y menos clientela. Su entrada a los medios modernos ha sido torpe y muchas veces contraproducente: claramente siguen sin entender que el juego es otro. Eso, sin tomar en cuenta que cada vez es más claro que no son imparciales en aspectos políticos y sociales.

Una explicación aventurada pero no depreciable: la entrada de nuevos actores en esta arena. Los grupos pro-vida y familia en EEUU y México podrían haber inclinado la balanza de forma decisiva a favor de Trump y en contra del PRI, respectivamente. La diferencia probablemente se debe a un acuerdo de estos grupos por encima de sus obvias diferencias religiosas y organizativas. Al parecer han encontrado un terreno común y mecanismos de colaboración eficaces.

En mi opinión, la explicación de fondo es el imparable desprestigio de la clase política en la mayoría de los países. Los políticos son vistos con desconfianza en el mejor de los casos y como beneficiarios de la manipulación de la democracia, en el peor de los casos. El triunfo de Trump puede deberse a que logró distanciarse de la clase política, verse como ajeno al sistema y traer ideas nuevas. Y algo así continúa  haciendo, al traer personajes “poco políticos” a su gabinete: militares, empresarios y miembros de la sociedad civil. En México es claro que los que derrotaron al PRI en diversas elecciones lo hicieron presentándose como ajenos al sistema político tradicional. Por esas razones en ambos países el dinero, la experiencia, la organización de la clase política no fue suficiente. Y en el Reino Unido, los proponentes de la salida de la Unión Europea vinieron de partidos en minoría o de las minorías de los partidos tradicionales.

Tras todo esto, en mi opinión, hay un tema muy esperanzador. La ciudadanía, al menos en parte, está cambiando para bien. Razona más, es más crítica y se da cuenta de cuando la están tratando de manipular. Y tiene medios para influir y comunicar su descontento. Las redes no solo le dan los instrumentos sino también un nuevo sentido gregario, que hace que los temas candentes se vuelvan “virales” en tiempos record. Hay en esto una gran esperanza. La ciudadanía puede recuperar su papel que nunca debió de dejar: de ser la mandante y librarse del yugo de los mandatarios. Habrá que ver si esta tendencia se continúa en 2017. Por el bien de todos, ojalá sea así.

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