Encerando el carro


Me llegó una imagen por mensaje de celular. En ella aparecía una persona en actitud de desilusión, y al pie de la misma esta frase: “No hay nada peor, que hacer algo bueno por una persona que no te lo agradecerá”.

Supongo que si la frase circula, es porque hay quienes están de acuerdo con lo que dice, pero, ¿qué hay del pensamiento cristiano al respecto?

A veces se nos olvida que Jesús nos pide no esperar recompensa aquí en la tierra por hacer el bien. Hacer algo bueno esperando reconocimiento no tiene el mismo valor que hacer algo bueno para agradar a Dios.

Un día, mientras enceraba mi auto, alguien me hizo la observación acerca del olor de la cera. “Huele bien rico, a naranja, ¿a poco el carro va a oler la cera?”.

La cera del auto huele bien, pero los fabricantes no están pensando sólo en el coche, sino en el dueño. Una vez puesta la cera, y a la intemperie, el aroma desaparecerá, pero en quien la aplica queda el recuerdo de una agradable sensación, y no verá el hecho de encerar el auto como un martirio, sino como algo atractivo, motivando a que lo haga con frecuencia, y así la empresa venderá más.

Algo similar sucede con los platos de comida para perros; estos traen imágenes de huesitos y de caricaturas de caninos. Los empresarios no piensan en los animales, sino en los dueños –que son quienes los compran– aun cuando las mascotas los usen. Si la mercadotecnia lo entiende, ¿por qué los cristianos no?

Considerando lo anterior, cuando se hace el bien, no nos quedemos en el hecho de esperar que nos lo agradezcan, sino vayamos más allá pensando en el dueño de aquel que ayudamos, sin olvidar que todo lo que hagamos por servir al prójimo, aún la más mínima acción, se lo hacemos a Jesús en persona, y eso no quedará sin recompensa.

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