Domingo de la Sagrada Familia







“El ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre…”. Reflexión de Mons. Ruy Rendón, para el domingo 29 de diciembre.


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“El ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo:

Levántate, toma al niño y a su madre…”.




Sirácide 3,3-7.14-17

Colosenses 3,12-21

Mateo 2,13-15. 19-23




El domingo siguiente a la Navidad, la Iglesia celebra, ordinariamente, la fiesta de la Sagrada Familia; familia integrada por Jesús, José y María. El sentido de esta fiesta nos lo da, con toda claridad, la oración colecta de la Misa: “Señor y Dios nuestro, tú que nos has dado en la Sagrada Familia de tu Hijo el modelo perfecto para nuestras familias, concédenos practicar sus virtudes domésticas y estar unidos por los lazos de tu amor, para poder ir a gozar con ella eternamente de la alegría de tu casa”.


Los textos bíblicos de este domingo nos exhortan a practicar una serie de virtudes que, sin duda, nos ayudarán a hacer de nuestras familias: iglesias domésticas donde se viva la fe, la esperanza y la caridad; y donde, además, se crezca en lo humano, en lo cristiano y en lo misionero.


El texto del Sirácide, también llamado Eclesiástico (primera lectura), nos recuerda las actitudes que cada uno de los miembros de una familia debe poseer para poder agradar a Dios. Será interesante releer el texto, poniendo mucha atención, a fin de fomentar en nuestro hogar un ambiente de concordia y felicidad: “El que honra a su padre queda limpio de pecado… encontrará alegría en sus hijos y su oración será escuchada… tendrá larga vida; y acumula tesoros, el que respeta a su madre… Hijo, cuida a tu padre en la vejez y en su vida no le causes tristeza; aunque se debilite su razón, ten paciencia con él y no lo menosprecies por estar tú en pleno vigor. El bien hecho al padre no quedará en el olvido y se tomará en cuenta de tus pecados”.


El texto de san Pablo a los colosenses nos presenta, por otra parte, una lista interminable de virtudes humanas, cristianas y pastorales, que muy bien pueden constituir un proyecto de vida familiar para todos nosotros; así por ejemplo, se nos dice, entre otras cosas: “sean compasivos, magnánimos, humildes, afables y pacientes. Sopórtense mutuamente y perdónense cuando tengan quejas contra otro… Y sobre todas estas virtudes tengan amor, que es el vínculo de la perfecta unión”. Así mismo, el apóstol nos exhorta a vivir en paz, ser agradecidos, valorar la palabra de Dios, enseñarnos y aconsejarnos unos a otros, alabar a Dios, etc. Termina invitando a los matrimonios a respetarse y a amarse mutuamente; a los hijos a obedecer a sus padres, y a los padres a no exigir demasiado a sus hijos…


El evangelio, por último, nos narra cómo Dios en tres ocasiones acompañó, protegió, aconsejó y clarificó el camino de san José, a fin de que la Sagrada Familia pudiese sortear eficazmente los peligros que la amenazaban en la persona del rey Herodes y de su hijo Arquelao: “El ángel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre…”.


Pidamos a Dios nuestro Señor, en la Eucaristía dominical, por todas las familias del mundo entero. Sabemos que existen muchas clases de familias: unas más integradas y estables, otras que atraviesan por situaciones muy complejas e inestables… Pidamos en especial por las familias que, a causa de la migración, se encuentran separadas en sus miembros, para que haya leyes más humanas que velen por sus derechos. Amén.




+Ruy Rendón Leal

Obispo de Matamoros




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