San Macario el Grande, abad de Sceta


Icono ortodoxo griego del Santo.

Icono ortodoxo griego del Santo.



Fuentes

Existen muchas fuentes que nos han dado a conocer la vida de San Macario el Grande, fundador del gran centro monástico de Sceta (Escete o Skete) en Wadi el Natrun, Egipto. Tales fuentes, que no siempre se complementan unas a otras, han llegado incluso a contradecirse, lo que hace más difícil una exacta reconstrucción de la biografía de este célebre asceta. Muchas veces han existido dificultades para distinguir, cuales se refieren a este San Macario – llamado el Grande o el Egipcio – diferenciándolo de su homónimo San Macario el Alejandrino, contemporáneo suyo, asceta como él, amigo suyo y de San Antonio, etc. Confundirlos era fácil; evitarlo, difícil.


Estas son las fuentes principales que han permitido a los hagiógrafos estudiar a estos dos Santos que llevan el mismo nombre, que fueron contemporáneos y que vivieron en una misma región: “Historia Monachorum in Aegypto” (que es de tradición griega), “Historia Lausiaca” de Paladio de Galacia, “Institutiones coenobiorum” de Juan Casiano, “Collationes” de Juan Casiano, “Historia Ecclesiastica” de Rufino, “Historia Ecclesiastica” de Socrates, “Apophthegmata Patrum” (o Dichos de los Padres del Desierto), etc., o sea, que información hay más que suficiente, aunque a veces, difícil de interpretar.


Vida

El hagiógrafo Jean Claude Guy, es el estudioso más actual de cuantos han escudriñados en este tema de los dos Macarios, y es quién ha hecho pasar por el tamiz de la crítica todos los datos encontrados en las fuentes citadas anteriormente. En base a esto propone las líneas fundamentales de su biografía diciendo que San Macario el Grande nació en el año 300 y murió en el 390, luego toda su vida transcurrió durante el siglo IV. Que fue un camellero que se dedicaba al transporte de salitre, que en el año 329 se retiró a vivir en soledad en un habitáculo en el extrarradio de una localidad egipcia y que después de rechazar ser ordenado como sacerdote, vagó de un lugar a otro siendo calumniado. Finalmente marchó a Sceta y entre el 330 y el 340 visitó a San Antonio el Grande. Que finalmente se ordenó de sacerdote en el año 340, siendo llamado desde entonces padre espiritual de aquella zona del desierto. Que formó un primer grupo de discípulos entre los cuales estaban San Sisoe, San Isaías y San Aïo. Que después del año 356 el grupo de ascetas que habitaban en Sceta era muy numeroso y que al frente del mismo puso a San Sisoe.


Cueva habitada por San Macario.

Cueva habitada por San Macario.



Que formó un segundo grupo de ascetas entre los que estaban San Pafnucio y San Moisés el Negro. Que entre el 373 y el 375, junto con el otro Macario (el Alejandrino), fueron exiliados por Lucio – que era el obispo arriano de Alejandría -, en una isla existente en el Nilo. Que formó un tercer grupo de discípulos con San Zacarías y San Teodoro de Ferme; que en el año 388 hizo su última visita a Nitria y que murió en Sceta en el año 390. Hasta aquí lo que da como cierto el hagiógrafo J.C. Guy. Pero expuesto escuetamente lo afirmado por Guy, que es lo que deberíamos dar por bueno, quiero añadir algunas notas recogidas de algunos libros y webs coptas, que por supuesto, no contradicen a Guy.


Cuando Macario nació “estaban dando los coletazos” las últimas persecuciones contra los cristianos, por lo que quienes querían alcanzar la santidad tenían que remplazar el martirio por el ascetismo y la abnegación de sí mismo, que podríamos decir era como una especie de “martirio voluntario”. Y es por eso, por lo que comienza el éxodo de anacoretas al desierto como muy bien nos lo explicó Dairon en sus artículos sobre el monacato. Egipto era mayoritariamente un país idólatra y supersticioso, y los cristianos que querían alcanzar la perfección, se alejaban de las ciudades para vivir como monjes en zonas apartadas y áridas.


Icono copto de San Antonio. Abajo aparecen San Antonio y San Macario.

Icono copto de San Antonio. Abajo aparecen San Antonio y San Macario.



El fundador del monacato fue San Antonio y el discípulo y continuador de su obra, fue San Macario, que nació en el año 300 en Ptinapor, no muy lejos del desierto de Nitria. Su padre era sacerdote y junto con su madre llevaban una vida justa: curiosamente, se llamaban Abrahán y Sara. Dice una leyenda copta que estando el padre de Macario enfermo, se le apareció en sueños el Patriarca Abrahán, lo sanó y le predijo el nacimiento de su hijo, a quién debía llamar Macario, que significa “bendito”. Cuando Macario creció, por voluntad de sus padres se casó aunque no llegó a hacer vida marital y que muy pronto, murió su esposa. Entonces, en una visión, vio una multitud de monjes vestidos de blanco que lo llamaban. Macario decidió seguirlos y se marchó a un habitáculo cercano a su pueblo donde empezó a vivir de manera ascética. A pesar de que era aun muy joven, el obispo del lugar quiso ordenarlo de sacerdote, pero el solo se ordenó de diácono y se estableció en otro pueblo. Allí fue calumniado por una joven que estaba embarazada y sus padres, junto con otros vecinos del lugar, lo golpearon y le obligaron a trabajar para mantener a su hija. Como el embarazo no cuajó, Macario huyó al desierto de Nitria donde vivió en una cueva, marchando posteriormente al desierto de Parán, donde se encontraba San Antonio el Grande.


San Antonio lo recibió con los brazos abiertos, permitiéndole estar a su lado durante mucho tiempo. Cuando Macario maduró como para llevar una vida independiente, teniendo unos treinta años de edad, fue San Antonio quién lo envió a Sceta. Aquello era un desierto salvaje, sin apenas manantiales de agua potable, pero aun así, Macario se quedó. Tuvo que luchar día y noche contra las tentaciones del demonio, pero siempre logró superarlas. Poco después de instalarse en Sceta, algunos discípulos comenzaron a reunirse en torno a él. Macario los aceptó y les inculcó un modo de vida ascético para que perfeccionaran espiritualmente sus vidas.


Con cuarenta años se ordenó de sacerdote y como el número de monjes crecía, ordenó construir cuatro iglesias (monasterios). Cada iglesia tenía su propio sacerdote y los monjes vivían en celdas separadas. El se marchó a un lugar apartado, más solitario, acompañado solamente por dos discípulos. No dejaba de visitar de vez en cuando a su maestro Antonio, que murió estando junto a él.


Vistas del monasterio de San Macario en el desierto de Sceta.

Vistas del monasterio de San Macario en el desierto de Sceta.



San Sisoes nos cuenta que una vez, un hereje se acercó hasta Sceta predicando la falsedad de la doctrina de la resurrección de los muertos y que esto, comenzó a perturbar la mente de muchos anacoretas. Macario lo rebatió pero algunos monjes comenzaron a flaquear. Macario propuso entonces visitar el cementerio del conjunto monástico y dirigiéndose hacia la tumba de un monje recién fallecido, lo llamó y lo resucitó. Impresionado, el hereje se dio a la fuga.


Como al monasterio acudía una multitud de peregrinos y enfermos, San Macario habilitó una especie de hospedería, a la que iba diariamente para sanar y dar consuelo a los allí acogidos. Solía decir: “Dios no busca ni vírgenes ni mujeres casadas, ni monjes ni laicos, sino a personas libres aceptándolas como son y por su libre voluntad, a cada uno le concede la gracia del Espíritu Santo, para que actúe en él, dirija su vida y lo salve”. Era condescendiente con las debilidades de sus monjes y un padre dispuesto a ayudar a cada uno de ellos: “La pureza de corazón consiste en ver a los hombres tal y como son, tener compasión de ellos y ser misericordioso”.


San Macario, a veces se reunía a orar con su amigo San Macario de Alejandría que era un sacerdote que vivía en un monasterio en el desierto de Cellia, que lindaba con Sceta. En tiempos del emperador Valente – defensor de los arrianos -, fueron perseguidos todos los monjes ortodoxos que defendían el Credo de Nicea. Lucio, que era obispo arriano de Alejandría, trató con crueldad a los monjes del desierto enviándolos al cautiverio. Los dos Macarios fueron exiliados en una isla y ellos aprovecharon el exilio para evangelizar a los isleños. Cuando el obispo Lucio se enteró, temiendo un levantamiento popular, se vio obligado a enviar nuevamente a los monjes a sus monasterios.


Durante sesenta años vivió San Macario en el desierto de Sceta, muriendo a la edad de noventa. Poco antes de su muerte, se le apareció San Antonio diciéndole: “Alégrate, Macario, porque nuestro Señor me ha enviado para anunciarte una muerte gozosa. En el noveno día a partir de hoy, partirás para la vida eterna”. San Macario convocó a sus monjes, les instó a que siguieran perseverantes en el cumplimiento de las reglas y de las tradiciones y colocó a los más santos al frente de cada uno de sus monasterios. A los nueve días, murió. Hasta aquí lo relatado en las biografías escritas sobre el santo, que como podemos comprobar, coincide en todo lo esencial con lo afirmado por Jean Claude Guy, aunque se añaden algunas tradiciones o leyendas sobre milagros obrados por el santo.


Reliquias del Santo en su monasterio.

Reliquias del Santo en su monasterio.



Su culto

San Macario el Grande es venerado por toda la Iglesia Universal. Los sinaxarios bizantinos lo conmemoran el día 19 de enero (la misma fecha en la que conmemoran a San Macario el Alejandrino). En esta misma fecha se encuentra en los calendarios georgianos y sirios, aunque en estos últimos, es también conmemorado los días 23 y 24 de marzo. El Sinaxario Alejandrino lo cita numerosas veces, pero particularmente, el 9 de marzo, junto con el otro Macario. El 12 de agosto, conmemora el traslado de sus reliquias a su monasterio de Sceta, ya que según una tradición, estas habían sido robadas previamente por los habitantes de su localidad natal.


Durante la dominación musulmana, las reliquias fueron trasladadas en más de una ocasión a fin de evitar profanaciones, pero finalmente, volvieron a su monasterio, aunque la ciudad italiana de Amalfi afirma poseer parte de ellas. Para comprender el culto que San Macario recibe por parte de la Iglesia Copta, baste recordar el importante rol que ocupa su monasterio en la historia del monacato egipcio.


En Occidente fue Adón quién primero lo introdujo en su Martirologio, colocándolo el día 15 de enero: “Beati Macharii abatís, discipuli beati Antonii, vita et miraculis celeberrimi”. Usuardo lo incluyó en el suyo pero añadiendo la localidad: “in Aegypto” a fin de distinguirlo de Macario el Alejandrino, que en Occidente era celebrado el día 2 de enero. Bajo esta fórmula completa, el cardenal Baronio lo incluyó en el Martirologio Romano.


Reliquias del Santo en su monasterio.

Reliquias del Santo en su monasterio.



Apolytikion en el primer tono:

“Fuiste un ciudadano del desierto, un ángel en la carne y un taumaturgo, ¡oh santo padre Macario! Mediante el ayuno, la vigilia y la oración obtuviste los dones celestiales, curaste a los enfermos y a quienes recurrían con fe a ti. ¡Gloria al que te ha dado la fuerza! ¡Gloria al que te ha coronado! ¡Gloria a quién obra curaciones a través de ti!”


Videos sobre su monasterio


Antonio Barrero


Bibliografía:

- BUDGE, E.A.W., “The book of the Saints of the Ethiopian Church”, Cambridge, 1928

- EVELYN, H.G., “The monasterios of the Wâdi’n Natrún”, New York, 1933.

- VV.AA., “Bibliotheca sanctórum, tomo VIII”, Città Nuova Editrice, Roma, 1988.



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