Glyzelle Palomar, de 12 años, abraza al #PapaFrancisco #PapaFilipinas https://t.co/sMUVHUZ1m8
— ACI Prensa (@aciprensa) enero 18, 2015
Jun Chura, de 14 años de edad, y Glyzelle Palomar, una niña de 12 años, relataron al Papa la vida dura que vivieron en las calles de Manila, en medio de una serie de peligros y alimentándose con restos de comida que encontraban en la basura.
#PapaFilipinas: Esto es lo primero que quisiera decirles. Aprendamos a llorar como ella nos enseñó hoy pic.twitter.com/K1fbtzvxtg
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La niña no pudo contener las lágrimas y lloró al leer las preguntas que tenía preparadas para el Papa.
“Hay muchos niños olvidados por sus propios padres. También hay muchos que son víctimas de cosas terribles como las drogas y la prostitución. ¿Por qué Dios permite que estas cosas suceden, cuando además no es culpa de los niños? ¿Y por qué hay tan poca gente que nos ayuda?
Por suparte, Jun Chura contó que fue gracias a la Tulay ng Kabataan Foundation que tuvo la oportunidad de dejar las calles para tener una vida mejor. “Hay todavía gente con corazón dispuesta a ayudar a los niños necesitados. (…) Cuando termine mis estudios yo seré quien ayude a los niños de la calle.
Luego de leer el testimonio, los pequeños se acercaron al Papa, conversaron brevemente con el, los bendijo y les dio un fuerte abrazo a ambos.
La respuesta del Papa
En sus palabras improvisadas en español y respondiendo a las preguntas que le plantearon, el Papa dijo: “te agradezco Jun porque hayas expresado tan valientemente tu pregunta cuyo núcleo casi no tiene respuesta. Solo cuando somos capaces de llorar sobre las cosas que vos viviste podemos responder algo”.
La pregunta sobre el dolor de los pequeños, prosiguió el Pontífice, es “una gran pregunta para todos. ¿Por qué sufren los niños? Cuando el corazón alcanza a hacerse la pregunta y a llorar, podemos entender algo”.
“Existe una compasión mundana que no nos sirve para nada. Vos (Jun) hablaste algo de eso. Una compasión que a lo más nos hace poner la mano en el bolsillo y dar una moneda. Si Cristo hubiera tenido esa compasión, hubiera pasado y curado tres o cuatro, y luego hubiera vuelto al Padre. Solo cuando lloro y fue capaz de llorar, entendió nuestro drama”.
Dirigiéndose a los miles de asistentes al evento, el Papa dijo también: “queridos chicos y chicas, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados. Lloran aquellos que son dejados de lado. Lloran los despreciados. Llevamos una vida más o menos sin necesidades y no sabemos llorar”.
Luego cuestionó: “¿yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un niño drogado, un niño abusado? ¿O mi llanto es el llanto caprichoso porque me gustaría tener algo más? Y esto es lo primero que quisiera decirles. Aprendamos a llorar, como Ella (Glyzelle) nos enseñó hoy. No olvidemos este testimonio. La gran pregunta por qué sufren los niños, la hizo llorando, y la respuesta que podemos dar nosotros es aprender a llorar”.
“Si vos no aprendés a llorar no sos un buen cristiano”, aseguró.
El Papa Francisco afirmó seguidamente que “este es un desafío. Jun Chura y su compañera que habló hoy nos han planteado este desafío, y cuando nos hagan la pregunta por qué sufren los niños o por qué sucede esto otro trágico en la vida, que nuestra respuesta sea o el silencio o la palabra que nace de las lágrimas”.
“Sean valientes, no tengan miedo a llorar”, exhortó.
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