Más que palabras / Ada y el fuego

Felipe VI, junto a la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en la inauguración del Mobile World Congress. /EFE

Dicen algunos reputados sociólogos que en política, casi siempre, los errores tienen un efecto boomerang y se vuelven contra uno mismo. Eso al parecer es lo que le puede haber ocurrido a la alcaldesa de Barcelona Ada Colau con su plantón al Rey. Ella tal vez pensó que era un gesto simbólico que le haría ganar puntos entre los independentistas pero, al final, ha sido un espejo donde se han reflejado sus contradicciones y ha quedado en evidencia por sus dotes de "equilibrista" de medio pelo. Todos saben que conseguir que la Mobile World Congress, la mayor feria de telefonía y movilidad del mundo, fijará su sede en la Fira de Barcelona fue una tarea larga y compleja que tiene unos indiscutibles beneficios económicos para la ciudad. Si de muestra vale un botón los datos recogidos en los periódicos están ahí, en 2017 reunió a 108.000 visitantes, un 7% más que el año anterior, y en términos económicos supone una inyección de 465 millones de euros y la creación de 13.200 empleos. Eso sin contar que durante los días que se celebra la ocupación hotelera de Barcelona es casi del cien por cien los vuelos en el aeropuerto de El Prat se disparan y los trayectos de taxi experimentan un incremento del 38%.
"Ni alcaldesa ni el presidente del Parlament han estado a la altura de lo que representan"
Aunque la alcaldesa después de las repercusión que tuvo su plantón real, se ha paseado por las televisiones amigas para aclarar que dejó de asistir al besamanos por considerarlo una práctica antigua y humillante para los ciudadanos "que no somos súbditos", lo cierto es que su gesto y la inestabilidad política en Cataluña ha levantado muchos recelos entre los participantes y ya veremos si finalmente... no hay un cambio de sede para el evento. Tampoco el presidente del Parlament, Roger Torrent, participó en la recepción oficial, según dijo, como protesta por el papel del Rey en la crisis de Cataluña "el jefe de Estado no ha dedicado ni una sola palabra al millar de heridos del 1 de octubre por la actuación de la Guardia Civil y la Policía nacional" con un argumento idéntico al de la alcaldesa que puso el acento en la falta de empatía del monarca. Pero el asunto es que ni alcaldesa ni el presidente del Parlament han estado a la altura de lo que representan.
"Ese dinero que pagamos los contribuyentes se da por bien gastado pero gestos como los vividos en la inauguración además de gratuitos son peligrosos"
Ellos individualmente pueden tener las ideas que quieran y nadie les criticará por ello, pero se deben a la institución que representan que están muy por encima de sus pequeñas biografías personales o ideologías particulares. Ada Colau es la alcaldesa de la segunda ciudad más importante de España y está ahí gracias a la Constitución que recoge claramente el sistema de monarquía parlamentaria que nos hemos dado los españoles y si no quiere asumir sus responsabilidades nadie le obliga a aceptar un cargo de tanta envergadura. Ella misma ha contado que el Rey en la cena de bienvenida a los participantes a la que paradójicamente sí asistió -¿por qué al banquete si y a la recepción no?- le dijo que él estaba para defender la Constitución pero, según otros testigos de la conversación el monarca lo que le dijo es que él no podía mediar entre quienes cumplen la ley y quienes no lo hacen. "Yo estoy aquí para defender la Constitución y el Estatut". Dicen que dijo el Rey pero a la señora Colau, seguramente en un intento burdo de manipulación, le pareció oportuno omitir esta parte de la frase de Felipe VI. Oficialmente Barcelona tiene atado ser sede del Mobile hasta 2023 y nos cuesta además un dinero nada desdeñable a todos. El Gobierno central aporta 55 millones "no reintegrables" para el congreso en Cataluña y se responsabiliza de que Ayuntamiento y Generalitat aporten 110 restantes. Ese dinero que pagamos los contribuyentes se da por bien gastado pero gestos como los vividos en la inauguración además de gratuitos son peligrosos. Un eventual traslado a otro país de la Feria sería un desastre sin paliativos no sólo para Barcelona, sino para Cataluña y el conjunto de España y ya sabemos que jugar con las cosas de comer tiene consecuencias indeseadas. En un año habrá elecciones y los ciudadanos hay actuaciones de los políticos que tendrán muy en cuenta. Ada Colau está jugando con fuego y puede quemarse.

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