En su sentencia emitida este sábado 23 de junio, el Tribunal ha tenido en cuenta el “agravante de ingente cantidad”. El Promotor de Justicia había pedido una condena de 5 años y 9 meses de prisión, y una multa de 10.000 euros contra el acusado.
Mons. Capella, que ostenta el título de monseñor de forma honorífica y no ocupaba ninguna sede episcopal, trabajaba como consejero de la Nunciatura en Washington y, anteriormente, en la sección de Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado del Vaticano.
Fue precisamente durante su período en Estados Unidos donde cometió los delitos por los que ha sido condenado y por los que, tras acreditarse, fue detenido por la Gendarmería Vaticana el pasado 7 de abril.
Al finalizar el proceso, Mons. Capella asumió su responsabilidad y declaró: “Estoy muy disgustado por haber causado dolor a mi familia, a la Iglesia, a la Santa Sede y a mi diócesis. Espero que esta situación pueda ser considerada como un incidente en el recorrido de mi vida sacerdotal que amo ahora más que nunca”.
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