Santa Dulce fue canonizada el 13 de octubre en el Vaticano en una ceremonia presidida por el Papa Francisco.
Una semana después, los fieles brasileños tuvieron la oportunidad de agradecer a Dios por esta gracia en la Misa.
Antes de la celebración Eucarística se presentó el espectáculo teatral "Imperio de amor " sobre la vida de Santa Dulce de los pobres, realizada por unos 500 niños y adolescentes del Centro Educativo Santo Antonio, el Centro de Educación de la Hermana Dulce (Osid), así como algunos ancianos.
El Arzobispo de Salvador, Mons. Murilo Krieger, dijo que el programa lo conmovió porque muestra que la obra de la hermana Dulce "es una obra viva, donde cada persona es un guijarro en este mosaico de amor que forma el rostro de Jesucristo".
También estuvieron presentes Cláudia Araújo y José Maurício Moreira, beneficiados por los milagros que condujeron a la beatificación y canonización de la Hermana Dulce; así como la sobrina de la santa y superintendente de Obras Sociales Hermana Dulce (OSID), Maria Rita Pontes.
El mundo necesita a la Hermana DulceDurante su homilía, Mons. Murilo Krieger compartió con los fieles su alegría por la canonización de la hermana Dulce, aunque, indicó, “hay una causa mayor que nos trae aquí: la Santísima Trinidad, fuente de toda santidad, fuente de su santidad. Aquí debemos alabar y agradecer al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo por el regalo que nos ha dado, con la canonización que Brasil ha acompañado”.
El Prelado también enfatizó que algunas características de los religiosos son "su fidelidad a Jesús, su confianza en la Divina Providencia y su amor por los pobres, los menores abandonados y los niños desprotegidos".
“Me imagino su timidez cuando vivía en Salvador, cuando escuchó a alguien llamarla 'El buen ángel de Bahía'. Pero lo hiciste: un ángel que pasó por las calles de esta ciudad, que dio la bienvenida a los enfermos y abandonados y que ayudó a muchos a descubrir el significado de la palabra 'dignidad'”, dijo el Arzobispo en referencia a la primera santa brasileña.
En ese sentido, destacó la importancia que la religiosa dio a la vida de oración, quien dijo que iba a menudo “a la Iglesia a pedirle fuerzas a Dios, a menudo visito el Santísimo Sacramento en la capilla de nuestro hospital. El secreto es la oración. Si no hacemos de la vida una oración continua, es difícil soportar las dificultades”.
Además, afirmó, "el segundo secreto de su fidelidad a Dios y a la Iglesia estaba en su amor por la Palabra de Dios".
El Prelado afirmó que el mundo necesita muchas personas como la hermana Dulce que trabajen por los más necesitados. “Si tenemos esta disposición y confianza en la Divina Providencia, descubriremos que al colocar a Dios en el centro de nuestras vidas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, el mundo mejorará y no atravesaremos esta tierra en vano”, concluyó.
Traducido y adaptado por Eduardo Berdejo. Publicado originalmente en ACI Digital.
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