Cuestiones hospitalarias, 3ª parte

Cada vez es más frecuente que en un hospital haya enfermos con bacterias resistentes. Enfermos que hay que aislar. En mi hospital, como en todos los demás centros hospitalarios de Europa, son bastantes. Es normal que en cada pasillo haya unos cuatro aislados.

 Si uno da la comunión a un enfermo contagioso por contacto, puede tomar la forma de la teca porque si no ha tocado absolutamente nada de la habitación, el guante está “limpio”. Pero si ha dado la comunión al enfermo, no puede después dar la comunión a otra persona con ese mismo guante.
La razón está en que, al comulgar el enfermo en la boca, habrá micropartículas esparcidas por la respiración que irán a parar a las yemas de los dedos del guante. Si toma otra forma con esos guantes, contaminará otras formas.
¿Qué hacer en ese caso? Muy sencillo, dar la comunión primero a los acompañantes sanos de esa habitación y por último al enfermo portador de esa bacteria. Como esos enfermos están aislados solo hay uno por habitación.
Pero recuerde el capellán, porque esto es muy importante, que nunca debe volver a tomar otra forma con esos guantes si ha dado de comulgar al enfermo. Esto es esencial. Pues será imposible que no toque otras formas con las yemas del guante.
Sin embargo, una buena noticia. El capellán puede entrar en la habitación de un aislado por contacto a saludarle, a charlar, mientras no toque nada de la habitación ni se siente. Yo entro a todas las habitaciones de esas personas a saludarlas. Lo he consultado con varios expertos del hospital: si no toco nada, si no me siento, si no rozo mi bata con las sábanas de la cama, no hay ningún peligro.
Pero solo entro a saludar a los aislados por contacto y presentarme si la habitación está entreabierta y la puedo abrir empujando discretamente con el codo o el pie. Pues el pomo de la puerta probablemente está contaminado. Si los familiares siguieran estrictamente las reglas, no estaría contaminado. Pero será muy difícil que ellos, entrando y saliendo varias veces, las sigan.
Otra cosa distinta son los aislados por contagio aéreo. En esos casos, suelen ser infectados de tuberculosis, es mejor no visitarlos salvo que lo pidan o estén en peligro de muerte. Salvo en esos dos casos, hay demasiado peligro de portar el virus fuera. Además, muchos hospitales cuentan con un teléfono interno para hablar con ellos.
Con estas normas que he dicho, se podría atender incluso a un enfermo del virus del Ébola. Ahora bien, en ese caso sería mejor llevar un poco de óleo en un envase desechable y la forma en un pañuelo de papel que también se dejaría en el recipiente de los objetos que van a ser incinerados.
En África, en caso de muchos enfermos ingresados por Ébola, sería mejor tener un recipiente del óleo para uso de los ya infectados, guardando ese recipiente en una caja especial en la sacristía. Sin mezclar nunca ese óleo con el otro óleo. Y requiriendo ayuda del personal sanitario para meter el recipiente del óleo en una caja sin contaminar el exterior de la caja.

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