Según informa la Diócesis de Niza, antes de la Misa el Prelado presidió un rito penitencial y de reparación, algo “indispensable para retomar las celebraciones religiosas” allí donde ha ocurrido “una acción gravemente injuriosa como un homicidio cometido en una iglesia”.
La Misa y el acto de reparación han sido los primeros actos litúrgicos en la catedral luego del ataque terrorista del 29 de octubre en el que fueron asesinados Vincent Loques, sacristán y padre de familia de 55 años, Nadine Devillers de 60 años y Simone Barreto Silva, una madre brasileña de 44 años.
Durante el rito de alrededor de 40 minutos que comenzó en el atrio de la Catedral, donde había una gran cantidad de fieles presentes que expresaron su solidaridad con los fallecidos, Mons. Marceau bendijo el altar, las paredes y a los fieles presentes.
“Esta noche, osemos vivir el signo del agua, de nuestro bautismo. Es el signo de conversión, de inmersión en el corazón del misterio del Dios de amor”, dijo el Prelado.
El rito se realizó con una luz tenue y tras el mismo se encendieron todas las luces y los obispos presentes, además de Mons. Marceau, cambiaron las vestiduras litúrgicas moradas, el color penitencial, por el blanco de la Solemnidad de Todos los Santos.
En su homilía, el Obispo de Niza explicó la importancia de ser santos en el mundo de hoy, de ser “portador de Cristo, dando testimonio de Él”.
“Este es el horizonte que los santos han vivido en todas las circunstancias y que estamos llamados a vivir en las nuestras: circunstancias dramáticas, que nos bendicen y nos cuestionan, circunstancias que vamos a superar, de una forma o de otra”.
El Prelado dijo además que “en este mundo tan explosivo, con los sentimientos mezclados, reconocemos nuestra condición frágil humana” y alentó a vivir las Bienaventuranzas como “el camino de vida” para “abrirnos a la trascendencia de un Dios que nos ama, de Cristo que por su amor ha vencido a la muerte y todas las formas de muerte”.
Cristo, continuó el Obispo, “nos da su paz, no como el mundo, sino la de Dios que puede pacificar los corazones para ser más fuertes que el mal, que las tinieblas del corazón del hombre” y superar así “la escalada de odio y de violencia”.
“Recordemos que tres de nuestros amigos, aquí mismo en este lugar, se encontraron con Él (Cristo) y han dejado la vida”, concluyó.
Antes de terminar la Misa, el Obispo de Niza agradeció a los obispos presentes de Mónaco y Marsella que manifestaron así su solidaridad, y también a las autoridades civiles y la policía, “presente aquí desde el primer momento para servir”.
Dirigiéndose a la Madre de Dios, el Prelado resaltó que “la Basílica lleva el título de Nuestra Señora. Vamos a dirigirnos a María, al pie de la cruz (…) Que ella nos reciba y podamos confiarle nuestras penas y sufrimientos”.
“Llevamos en el corazón a las familias de Simone, Nadine y Vincent. Maria, que ha recibido a Cristo muerto en sus brazos, nos reciba ahora a nosotros y sus familias”, finalizó el Obispo de Niza.
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