El 19 de junio de 2020 el Papa Francisco autorizó la promulgación de los decretos que darán a la Iglesia tres nuevos beatos, entre ellos el venezolano Gregorio Hernández.
En un video, el P. Molina indicó que este año el médico llegará a los altares y que actualmente solamente falta el acto litúrgico para que el futuro beato esté oficialmente animando “con su imagen a las comunidades”.
CADA VEZ MÁS CERCA DE LOS ALTARES
ACTO DE BEATIFICACIÓN DEL DR. #JoseGregorioHernandez SERÁ A FINALES DEL MES DE ABRIL. El @Pontifex_es FRANCISCO FIRMÓ EL DECRETO EN JUNIO DE 2020
"SE ABRE UNA ESPERANZA PARA VENEZUELA", AFIRMÓ EL PBRO. @honeggermolina @ReporteYa @bepocar pic.twitter.com/VKuNO4gziv
“La convocatoria es para que los venezolanos durante estos meses nos preparemos para ese evento que será, con toda seguridad, a finales del mes de abril de este año 2021”, resaltó.
El sacerdote señaló que este año Venezuela “abre las puertas de la esperanza, de la alegría” y esperan con emoción este gran acontecimiento para la Iglesia.
Breve biografía de José Gregorio Hernández
José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pequeño pueblo campesino de Isnotú, estado Trujillo (Venezuela). Su madre falleció cuando él tenía solo ocho años.
Estudió medicina en Caracas y tuvo tanto éxito que el presidente venezolano lo envió a estudiar microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental en París.
Al volver fue profesor en la Universidad Central de Caracas. Después de llevar a su familia a la capital, quiso ser monje de clausura en Italia, para dedicarse solo a Dios.
En 1908 entró a la Cartuja de Farneta con el nombre de hermano Marcelo. Sin embargo, algunos meses después se enfermó y su superior le ordenó volver a Venezuela para recuperarse.
Llegó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibe permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, pero siguió anhelando la vida monástica. Volvió a Roma luego de tres años, hizo algunos cursos de Teología en el Colegio Pío Latinoamericano, pero una vez más enfermó y tuvo que volver a Venezuela.
Comprendió que Dios lo quería laico y ya no intentó volver a la vida religiosa. Decide convertirse en un católico ejemplar siendo médico, sirviendo al Señor en los enfermos.
Dedicaba dos horas diarias para servir a los pobres.
Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital donde un sacerdote pudo impartirle la Unción de los Enfermos, antes de morir el 29 de junio de 1919.
Caracas se conmovió y muchos decían: "Ha muerto un santo". Fueron tantos los que asistieron a su velorio que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar a la multitud que quería despedirse de él.
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