El sacerdote diocesano Ortiz de Zárate y el jesuita Solinas se encontraban evangelizando a las poblaciones indígenas del Valle del Zenta, cuando fueron masacrados y decapitados por los indígenas Tobas y Mocovíes, el 27 de octubre de 1683.
El martirio de estos dos sacerdotes fue reconocido mediante decreto este miércoles 13 de octubre por el Papa Francisco tras reunirse en el Vaticano con el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Cardenal Marcello Semeraro.
Tras conocer la noticia, el Obispo de Orán, Mons. Luis Scozzina, recordó que desde aquel acontecimiento los fieles y lugareños realizan una peregrinación en octubre de cada año, desde Pichanal hasta el lugar de martirio.
Además, reconoció que la labor de los mártires del Zenta, así como las posteriores misiones, otorgaron un carácter misionero a la diócesis.
Este acontecimiento, en una diócesis "que tiene cinco etnias distintas, con más de 120 comunidades originarias en el territorio, donde buena parte de estas comunidades se identifican con la fe católica”, es “una oportunidad de renovar esta alianza al servicio de las comunidades originarias, un gran desafío", dijo Mons. Scozzina a la agencia AICA.
De ahí que la Pastoral Aborigen toma impulso y ha realizado "un largo camino de acompañamiento en la defensa de los derechos aborígenes, con gran presencia en medio de las comunidades", destacó.
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A su turno, el Delegado Episcopal para las Causas de los Santos y Obispo Castrense de Argentina, Mons. Santiago Olivera, recordó que "antes de ser patria, hombres y mujeres, también laicos, derramaban su sangre por la fe, por la fraternidad, por el encuentro".
"Que este sea el compromiso de todos los que recibimos con alegría este martirio: ser capaces de entregar aún la propia vida por las convicciones, por la creencia, por la fe, por el amor a Jesucristo, por el amor a la Iglesia".
En ese sentido, Mons. Olivera manifestó que el hecho es motivo de alegría y gratitud también por “tantos hombres y mujeres que en nuestra patria, y antes de ser nación, rubricaron con su vida la fe que profesaban con los labios”.
“Damos gracias a Dios por estos hombres que a lo largo y a lo ancho del país, nos van mostrando que la santidad es posible, que debemos transitarla todos y, son gracias para que nosotros también nos pongamos siempre en camino”, sostuvo Mons. Olivera.
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