Así lo dijo el Santo Padre durante la Audiencia General de este miércoles 1 de diciembre que se llevó a cabo en el Aula Pablo VI del Vaticano.
Al continuar con el “camino de reflexión sobre la figura de San José” el Papa reflexionó en que San José fue “justo” y estuvo “desposado con María” para dar “un mensaje a todos los novios, también a los recién casados”.
“Quisiera que nos detuviéramos a reflexionar sobre un detalle de esta historia narrada por el Evangelio y que muy a menudo descuidamos. María y José son dos novios que probablemente han cultivado sueños y expectativas respecto a su vida y a su futuro. Dios parece entrar como un imprevisto en su historia y, aunque con un esfuerzo inicial, ambos abren de par en par el corazón a la realidad que se pone delante de ellos”, advirtió el Papa.
En esta línea, el Santo Padre reconoció que “a menudo nuestra vida no es como la habíamos imaginado. Sobre todo, en las relaciones de amor, de afecto, nos cuesta pasar de la lógica del enamoramiento a la del amor maduro. Y se debe pasar del enamoramiento al amor maduro, ustedes recién casados, piensen bien esto”.
Además, el Papa señaló que el Evangelio de San Mateo define a San José como hombre “justo” porque cuando quedó embarazada por obra del Espíritu Santo no quiso ponerla en evidencia, sino que “resolvió repudiarla en secreto” y añadió que “el Evangelio dice que José era ‘justo’ precisamente por estar sujeto a la ley como todo hombre pío israelita. Pero dentro de él el amor por María y la confianza que tiene en ella le sugieren una forma que salva la observancia de la ley y el honor de la esposa: decide repudiarla en secreto, sin clamor, sin someterla a la humillación pública. Elige el camino de la discreción, sin juicio ni venganza”.
“Pero cuánta santidad de San José. Nosotros que apenas tenemos una noticia un poco folclórica, un poco fea, acudimos a las habladurías inmediatamente, y José callado”, afirmó el Papa.
En este sentido, el Santo Padre subrayó la importancia de “cultivar una vida justa y al mismo tiempo sentirnos siempre necesitados de la ayuda de Dios. Para poder ampliar nuestros horizontes y considerar las circunstancias de la vida desde un punto de vista diferente, más amplio”.
“Muchas veces nos sentimos prisioneros de lo que nos ha sucedido; mira lo que me pasó y permanecemos prisioneros de aquella cosa fea que nos pasó, pero precisamente delante de algunas circunstancias de la vida, que nos parecen inicialmente dramáticas, se esconde una Providencia que con el tiempo toma forma e ilumina de significado también el dolor que nos ha golpeado. La tentación es cerrarse en aquel dolor, en aquel pensamiento de las cosas no lindas que sucedieron, y esto no hace bien, eso te lleva a la tristeza y a la amargura”, advirtió.
Finalmente, el Santo Padre recordó las dos fases del amor, la primera “marcada por un cierto encanto, que nos hace vivir inmersos en un imaginario que a menudo no corresponde con la realidad de los hechos” y añadió que “precisamente cuando el enamoramiento con sus expectativas parece terminar, ahí puede comenzar el amor verdadero, o ahí viene el amor verdadero”.
“Amar de hecho no es pretender que el otro o la vida corresponda con nuestra imaginación; significa más bien elegir en plena libertad tomar la responsabilidad de la vida, así como se nos ofrece. Es por esto por lo que José nos da una lección importante, elige a María ‘con los ojos abiertos’ y podemos decir entre comillas ‘con todos los riesgos’”, señaló.
De este modo, el Papa Francisco explicó que “los novios cristianos están llamados a testimoniar un amor así, que tengan la valentía de pasar de las lógicas del enamoramiento a las del amor maduro. Esta es una elección exigente, que, en lugar de aprisionar la vida, puede fortificar el amor para que sea duradero frente a las pruebas del tiempo”.
Por último, el Santo Padre sugirió “nunca terminen el día sin hacer las paces, eso les ayudará en la vida matrimonial y a todos los casados que están aquí” y concluyó con una oración a San José para “pasar del enamoramiento al amor maduro”.
"San José,
tú que has amado a María con libertad,
y has elegido renunciar a tu imaginario para hacer espacio a la realidad, ayuda a cada uno de nosotros a dejarnos sorprender por Dios
y a acoger la vida no como un imprevisto del que defendernos,
sino como un misterio que esconde el secreto de la verdadera alegría. Obtén para todos los novios cristianos la alegría y la radicalidad,
pero conservando siempre la conciencia
de que solo la misericordia y el perdón hacen posible el amor. Amén".
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