Hay que reconocer que tanto el Partido Popular como el PSOE han hecho méritos más que suficientes para cargarse el sistema democrático que lleva vigente en España desde hace 36 años. Es tanto el hartazgo de la ciudadanía ante la corrupción y la crisis económica -la anunciada recuperación no acaba de llegar al pueblo-, que millones de españoles están dispuestos a votar lo que sea con tal de cambiar las cosas.
El problema es que “lo que sea” parece que se llama Podemos. Según la última encuesta del CIS, el partido de Pablo Iglesias tiene más intención de voto directo que los dos partidos mayoritarios. Una vez cocinados los datos, quedaría como tercera fuerza política, pero dado su crecimiento constante, no es imposible que nos encontremos con una victoria de esa formación política en las elecciones generales del próximo año. Y antes tendremos elecciones municipales y en muchas autonomías. Ahí veremos el poder real que pueden alcanzar.
Los otros partidos nacionales también bajan. Izquierda Unida va camino de ser fagocitada totalmente por Podemos. Es lógico. La gente de Cayo Lara también tiene sus propios casos de corrupción y apoya en Andalucía al PSOE los EREs falsos. Además, para populismo de extrema izquierda, el personal prefiere el que aparece como “auténtico” y no el que forma parte del sistema. Por otra parte, UPyD va a morir por lo mismo que “triunfó": el personalismo de su presidenta, Rosa Díez, que no quiere nadie que le haga sombra ni en el partido ni fuera del mismo, caso de Albert Rivera y su Ciudadanos.
No tengo la menor duda de que un triunfo de Podemos sería un cataclismo para España. Estamos hablando de la peor extrema izquierda. La más anticlerical, la más antisistema, la más demagógica, la más populista en el peor sentido del término. Quien tiene como referente a Hugo Chávez no puede ser una alternativa de futuro seria para este país. Podemos propone un modelo económico que solo puede llevar al país al abismo. Y su programa social convierte al del PSOE en el paradigma del conservadurismo reaccionario.
El voto conservador está muy harto de la traición constante del Partido Popular. Pero a la derecha del PP, al menos por ahora, solo hay un gran desierto electoral. Ni Falanges, ni Impulsos Sociales ni Vox parecen, a día de hoy, capaces de romper el monstruo del voto útil. A Dios gracias, la extrema derecha xenófoba no alcanza tampoco muchos votos. Puede que el partido de Mariano Rajoy se desplome en las próximas elecciones, pero o se logra construir una alternativa creíble en la derecha española o España quedará en manos de una izquierda tirada al monte. Todo ello en medio de un nacionalismo secesionista que quiere romper la unidad de la nación.
Si el bipartidismo desaparece en este país, es necesario que en la derecha haya alguna realidad política distinta del PP que reciba el voto conservador, mayormente cristiano. ¿O no hay cristianos suficientes en este país como para que el derecho a la vida, la familia y la educación según la voluntad de los padres, por no hablar de la unidad nacional, tenga representación parlamentaria importante? Si es así, entonces tendremos lo que nos merecemos.
Luis Fernando Pérez Bustamante
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