La idea de un individuo que sueña con la muerte de su enemigo vivida en primera persona, y que ese enemigo pueda estar encerrado en un sueño que se repite una y otra vez es algo magistral. Hitchcock, al lado de esto, es un hombre primitivo que rueda historias para niños.
Si a eso le añadimos unas descripciones psicológicas como: Era menos alto que yo pero más robusto y el odio le había dado su fuerza; hay que reconocer que descripciones con tanta finura como ésa son las que hacen parecer al resto de escritores como trogloditas de la literatura.
Lo animaba una suerte de negra felicidad, dirá más adelante. Sí, el resto de escritores parecemos patanes puestos ante una línea así.
Incluso la frase latina que le viene a su mente antes de morir (antes de creer que va a morir) sin proponérselo no es una frase cualquiera. La frase acompañada del verso anterior dice:
Pero esta cabeza [Roma] descuella tanto sobre las demás ciudades
como los altos cipreses entre los flexibles arbustos
como los altos cipreses entre los flexibles arbustos
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