El pecado social

No pensemos sólo en faltas personales. Muchas de nuestras malas acciones
tienen implicaciones directas e inmediatas en la Comunidad.

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Así como es recomendable tener la precaución de acudir al médico y al dentista con frecuencia para no perder o para recuperar la salud; así como es obligatorio verificar el automóvil cada semestre para poder usarlo en la ciudad, así también es necesario -muy necesario- acudir al confesionario para celebrar el Sacramento de la Reconciliación y recuperar el estado de Gracia con Dios.

Realidades comunes alteradas
El confesionario es una lavandería del alma, del espíritu que se ha ido enturbiando y ensuciando a causa de las realidades que provocan el distanciarse de Dios. Esto es el pecado, y no es conveniente, en absoluto, mantenerse en esa situación de distancia de nuestro Padre, de su Voluntad y de todo lo bueno que de Él nos viene.
Resulta común pensar que la observancia de los Diez Mandamientos es suficiente para no incurrir en situaciones de pecado. Esto es parcialmente cierto, porque también hay un pecado de omisión y un pecado social.
El “pecado social” daña las realidades comunes que dependen de la responsabilidad humana, y provoca pasividad social en quienes deberíamos luchar contra esa presencia del pecado, porque, por pasividad, se omite emprender acciones que nos convierten en cómplices de estructuras, costumbres, leyes y culturas que le son contrarias al Proyecto de Dios para la Humanidad.

Preguntas reales
Como el origen del mal social está en el interior de cada uno, y la culpabilidad que conlleva depende del grado de responsabilidad de cada quien con respecto a su participación en el pecado social, es urgente meditar y practicar un examen de conciencia que permita saber si estamos incurriendo en acciones sociales que nos apartan de la Voluntad de Dios, o si hemos dejado de hacer lo que nos corresponde hacer.
A manera de examen de conciencia social, ésta es una buena lista de preguntas para reflexionar:
-Economía: En un sistema económico en el que la pobreza siempre aumenta, ¿qué hago para no avalar la injusta distribución de la riqueza?; ¿sigo siendo comprador compulsivo de productos innecesarios?; ¿nada hago para asociarme a grupos de resistencia pacífica?; ¿contribuyo al cuidado de la Creación y participo en acciones de defensa de la Naturaleza frente al saqueo de muchas industrias?
-Políticas: Frente a un sistema que convierte la Política en botín de unos cuantos que se valen de cualquier medio para hacerse del Poder, ¿considero como mi obligación moral participar en las Elecciones políticas de mi país?; ¿qué tan seriamente analizo y selecciono con responsabilidad las plataformas políticas de los Partidos Políticos?; ¿le otorgo mi voto a candidatos que simpatizan con el aborto?.
-Costumbres: Aunque somos un pueblo alegre, por respeto a los demás y por sentido común, no debe convertirse cada evento religioso y cada aniversario en una ocasión de derroche económico que sólo alimenta la vanidad y fomenta el culto a la personalidad. Por lo tanto, ¿soy derrochador y vanidoso?; ¿aprovecho los festejos para hacer uso del alcohol, la lujuria, el juego y las drogas?; ¿pongo más esmero en los aspectos exteriores de las Celebraciones Religiosas que en entenderlas y vivirlas con interioridad y con Fe? La diversión, ¿se ha convertido para mí en una obsesión?
-Leyes: No todas las leyes -por ser leyes- son forzosamente legítimas. No lo son, por ejemplo, las que promueven el aborto, la eutanasia, la pena de muerte y la discriminación… ¿He colaborado en la promoción de este tipo de leyes?; ¿participo responsablemente en los Movimientos de oposición y de resistencia pacífica?; ¿he utilizado la fuerza de la Ley para aplastar dignidades y pisotear los Derechos fundamentales del ser humano?
-Cultura: La dignidad y los Derechos de la persona han sido sometidos a la lógica del más fuerte, de lo inmediato y de los intereses de algunas naciones poderosas. En consecuencia, la sexualidad y los valores del amor conyugal, de la paternidad responsable y de la familia se están deteriorando… ¿Me estoy dejando llevar por estas situaciones?; ¿vivo la sexualidad como experiencia de amor responsable?; ¿me he convertido en consumidor de pornografía, erotismo y diversiones degeneradas?; ¿prefiero satisfacer mis caprichos emocionales que luchar por la fidelidad matrimonial y por la integridad de mi familia?; ¿descuido a los grupos desprotegidos y frágiles, como los ancianos, los enfermos y los niños por nacer?; ¿dedico parte de mi tiempo, de mis recursos económicos y de mis energías en favor de los necesitados?; ¿he puesto a Dios en el primer lugar de mi escala de valores, o lo considero como un valor más entre otros?
Cada persona forma parte de la Humanidad, y la Humanidad, a su vez, está constituida por todos nosotros; es por esto que cada uno es responsable del pecado social que a todos, hoy, nos está dañando gravemente.

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