Diác. José Luis González Santoscoy
El anhelo profundo de Dios es habitar para siempre en el corazón del hombre. En este domingo, Jesús nos revela que quiere morar en cada uno de nosotros, pero para que esto sea posible, nos fija un presupuesto: que el cristiano ame y guarde su Palabra.
Dios quiere mudarse a nuestro corazón con toda la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Sólo que, en ocasiones, llega y lo encuentra lleno de sentimientos y acciones innecesarias: tristezas, miedos, amarguras, traumas y pecados. Además, muchas veces lo ve con aferrados apegos: al dinero, al éxito, a la fama, a la vanidad o las personas. Hoy, nos recuerda que desea ser siempre el centro de nuestro corazón. Te invito a reflexionar cuántas situaciones te esclavizan y no te dejan experimentar a Dios.
El Señor Jesús quiere regalarnos su paz, pero no como el mundo la concibe, pensando que es la ausencia de guerras o de conflictos, sino como esa presencia de su Gracia, esa paz del corazón, ya que la paz interior es reflejo de un corazón puro y limpio. Muchos viven, como fruto del pecado y de la esclavitud, frecuentes guerras internas, y eso afecta a todas sus relaciones interpersonales. Sólo conseguiremos el verdadero sosiego si nos volvemos hacia Jesús, quien nos lo da como fruto de su Amor total.
Por ello, en este VI Domingo de Pascua, quiero hacerte una doble invitación: despójate de todos tus apegos, pues te quitan las fuerzas, debilitan tu voluntad y consumen tus energías para amar; busca la Gracia de Dios, puesto que sólo ella te liberará de tus esclavitudes y te dará la paz del corazón.
@PadreJoseLuisGS
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