Para Sergio Muñoz, analista político graduado en la Universidad de Amsterdam en Holanda, “la mayor parte son ataques ejecutados por grupos que responden a un plan político y disponen de dinero y armas”.
En una columna publicada en el diario La Tercera, Muñoz afirmó que “los violentistas dañan en los hechos al pueblo que dicen querer liberar. Creen ciegamente que el fin justifica los medios, como lo demuestra la quema de iglesias. Su poder se basa en la agresión y el amedrentamiento. ¡No representan al pueblo mapuche!”.
Por su parte, el P. Joaquín Alliende, Expresidente de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (AIS) y primer rector del Santuario Nacional de Maipú en Chile, escribe que “cuando la discriminación comunitaria, política y racial rompe sus ya dramáticas fronteras y cae en el enfrentamiento religioso, se conculca lo más neurálgico de las culturas y de las naciones”.
En una carta publicada en el diario El Mercurio, el reconocido sacerdote señala que “lo de La Araucanía ya había llegado a la zona del asesinato cruel de personas inocentes”, en referencia a la muerte del matrimonio de Werner Luchsinger y Vivianne Mackay, asesinados en enero de 2013 tras un ataque incendiario al fundo donde vivían.
“Eso ya era una profanación brutal del templo vivo que es cada persona humana. Ahora, quemar templos es dinamitar lo más profundamente humano de lo humano, y será así más fácil que se cometa toda suerte de crímenes y tropelías”, agrega.
Algo de historia
Cristián Parker, doctor en sociología de la religión en América Latina, graduado en la Universidad de Lovaina, aseguró que los ataques a las iglesias en la zona de La Araucanía en el sur de Chile se entienden dentro de un contexto histórico y “no como un problema local sino como un trasfondo entre el pueblo mapuche y el Estado”.
Parker explicó a ACI Prensa que existe “una deuda histórica que el Estado y los gobiernos no han sabido enfrentar” ya que los mapuches reclaman derechos sobre la tierra donde habitan, algo que es importante para su cosmovisión porque a través de ella “buscan la armonía del hombre con la naturaleza”.
El sociólogo refiere que cuando los mapuches fueron derrotados en 1880 se les confinó a reducciones en medio de diversas irregularidades en la repartición de las tierras, una situación que desde entonces buscan revertir.
Además, algunos de los miembros más radicales de este pueblo consideran que la Iglesia es parte del Estado.
Parker pone como ejemplo de esta perspectiva la toma del Seminario Mayor San Fidel, perteneciente a la diócesis de Villarrica al sur del país, ocupado por integrantes de la comunidad mapuche Trapilhue desde junio de 2014, quienes reclaman su derecho a estos terrenos. El pasado 2 de marzo de este año fueron desalojados por Carabineros.
Al día siguiente del desalojo, el líder de la toma, Fidel Tranamil, manifestó que "la Iglesia ha demostrado ser un miembro más del Estado y no vamos a descansar hasta expulsarla del territorio mapuche".
Estos grupos están en contra de quienes ellos consideran “están influyendo, contaminando la mente de la gente (mapuche) con otra religión, que es el cristianismo”, explicó Parker, también investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile.
El pueblo mapuche constituye “cerca del 12% de la población chilena” y pide un “reconocimiento de su propia identidad”, algo que podría hacerse en la Constitución, dijo Parker.
Hace unos días, Mons. Fernando Chomali, Arzobispo de Concepción, arquidiócesis a la que pertenece una de las capillas incendiadas en este año, lamentó los ataques y exhortó a “decir no a la violencia” para “abrir caminos de diálogo”.
El Prelado llamó a “generar mayores y más reales lazos con el pueblo mapuche, porque es la zona más deprimida de Chile. Los habitantes son personas que han tenido escaso acceso al desarrollo del cual nuestro país se jacta”.
“Si las personas que hicieron este lamentable atentado, que no apruebo bajo ningún punto de vista, hubiesen tenido educación y oportunidades de trabajo, no estarían en esto”, resaltó.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 15 de abril de 2016
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