En su justa dimensión
Dr. Jorge Enrique Rocha Quintero
Como ya apuntábamos la semana pasada, el proceso electoral del 5 de junio provocó algunas reflexiones en varios aspectos, que intentaremos abordar en esta entrega, y que nos permiten vislumbrar determinados procesos sobre los cuales es necesario generar discusiones, en función de mejorar nuestra precaria democracia.
Encuestas
Nuevamente en este proceso comicial los sondeos fallaron. Incluso las llamadas encuestas de salida (que se realizan cuando las personas acaban de votar) estuvieron muy erráticas. En la noche del domingo, los resultados de varias encuestadoras decían que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tenía la delantera en nueve Estados, pero al final sólo ganó en cinco; y en una elección donde se señalaba que había empate, la diferencia a favor del Partido Acción Nacional (PAN) fue de 15 puntos porcentuales (Tamaulipas). Es decir, los errores fueron grandes y evidentes.
Ya son tres Elecciones consecutivas (2012, 2015 y 2016) en que las encuestas no funcionan y sobreestiman el voto en favor de algunos Partidos políticos; terminan siendo una herramienta de campaña política, y no un instrumento ciudadano que ayude a discernir el voto.
En este momento podemos hablar de una crisis de ese sistema de auscultación, por lo menos en tres aspectos:
a) En sus métodos, porque no calculan bien los escenarios.
b) En la confiabilidad social en las encuestas, pues cada vez menos personas acuden a informarse a través de ellas, y tampoco colaboran para contestarlas de forma adecuada.
c) Para asegurar su autonomía frente a los actores políticos. Ante estas repetidas experiencias, parece que las encuestas perderán peso para las Elecciones venideras, a menos que estos aspectos empiecen a mejorarse.
La pertinencia de las Coaliciones
Para estos Comicios volvieron a prevalecer las Coaliciones: las alianzas que se establecen cuando varios Partidos políticos tienen un solo candidato, una plataforma política común y, además, aparecen juntos en las boletas electorales.
De las 12 Gubernaturas que se disputaron, el PAN iba en alianza con el Partido del Sol Azteca en cinco Estados, de las cuales triunfó en tres. Por otro lado, el PRI fue en alianza con el Partido Verde y con Nueva Alianza en 11 de las doce Gubernaturas; y de ellas sólo ganó en cuatro. Por otra parte, en cuatro de ellas triunfaron Partidos en solitario (tres el PAN y una el PRI). En otras palabras, no podemos generalizar que las alianzas son una estrategia determinante que por sí sola puede garantizar un triunfo electoral; más bien, depende de los contextos políticos particulares, que son los que condicionan si es factible o no que esta estrategia funcione.
Ahora bien, pasando al análisis de los Gobiernos que tuvieron como origen una alianza electoral, de los tres Estados en esa condición, sólo en un caso el Partido que encabezaba la alianza va a repetir en el Poder (el PAN, en Puebla). Dicho de otra manera, tampoco puede afirmarse que las Coaliciones, en sí mismas, aseguran un buen Gobierno. Y, si nos remontamos a otras experiencias aliancistas, también podemos percatarnos de Gobiernos con las mismas características que no tuvieron un buen desempeño. Todavía hay muchas cosas qué cuestionar a las Alianzas y Coaliciones como estrategias pertinentes electoralmente, y luego como fórmulas efectivas de administración.
La actuación del INE
Nuevamente, el Instituto Nacional Electoral, INE, entró en funciones para varios procesos electorales y se volvió a confirmar la imposibilidad de darle seguimiento de manera oportuna a todos los Comicios. Las campañas electorales estuvieron marcadas por la descalificación, por la pobreza de argumentos, por la mínima capacidad de debate constructivo, y por lo oneroso que fueron. Es más, este problema fue tan grave, que el propio Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, las calificó como campañas “despiadadas”. Se ratificó que este modelo de organismos electorales no está dando los resultados deseados.
Implicaciones para Jalisco
Aunque parece que estas Elecciones en 14 Estados carecen de implicaciones locales, podemos señalar por lo menos tres para las principales fuerzas políticas: Para el PAN, luego de sus magros resultados en las últimas dos confrontaciones en Jalisco, es buena noticia saber que ahora este Instituto político va a gobernar por primera vez once Entidades, y que se coloca como un competidor serio para 2018. Por supuesto, estas ganancias electorales de ninguna manera significan que Acción Nacional recuperará la Presidencia de la República, como tampoco generará un repunte automático del PAN en nuestro Estado.
Para el PRI, luego de las derrotas del año pasado y la suma de éstas, se presenta un reto fundamental, que implica una nueva forma de relacionarse con la ciudadanía, una auténtica reestructuración y democratización de este Partido, y un combate frontal a cualquier forma de corrupción e impunidad. Si el PRI local creía que el PRI nacional sería un buen salvavidas para las Elecciones venideras, estos Comicios demostraron que tampoco ésa sería una buena opción.
Para Movimiento Ciudadano hay dos repercusiones: la primera, confirma que el Partido Naranja es un fenómeno regional (sólo fue competitivo en Sinaloa), y tiene una presencia muy pobre en el resto del país. Así, Enrique Alfaro Ramírez se encuentra en una encrucijada para 2018, ya que no está claro con quién jugará como su candidato en la Elección Federal, puesto que las candidaturas independientes demostraron que no son competitivas en los niveles estatales y federal.
El escenario venidero a nivel nacional
Atreverse a decir que el 2016 determinará el año 2018 es demasiado arriesgado, pero sí podemos señalar que hay varios actores políticos que salen fortalecidos para esa coyuntura venidera. Ricardo Anaya, Rafael Moreno Valle y Margarita Zavala, del PAN, seguramente serán actores protagónicos en esa coyuntura. Para el PRI, parece que el único actor político que no sale tan raspado es Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación. Y, en el caso de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador vuelve a convertirse en un candidato fuerte. Pero falta mucho para esos escenarios; habrá que esperar.
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