Mi Señor, tu mano amiga es necesaria para que yo pueda cumplir con la misión de brindar felicidad a todos quienes caminen a mi lado. Quiero que hoy me liberes de toda atadura, de todo sentimiento negativo y de inseguridad que hay en mi corazón. Acudo a tu compasión para que con tu paz serenes mis pensamientos. Acaba con todo ese dolor que no me deja avanzar. Sé que me amas y por eso confío en tu poder que me va sanando a medida que profundizo mi relación contigo. Ven y sopla sobre mí la fuerza del Espíritu Santo para que me ayude a creer y a vencer todos los retos que hoy se me presenten. Amén // PILDORASDEFE.NET
El amor del Padre fue revelado por Jesús: San Juan 14,6-14: El que me ha visto, ha visto al Padre. yo estoy en el Padre y el Padre está en mí
Del Santo Evangelio según San Juan 14,6-14
El Padre y Jesús son uno: "En aquel entonces, Jesús dijo a sus discípulos: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si ustedes me conocen, conocerán también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto. Felipe le dijo: "Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta. Jesús le respondió: "Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre. ¿Cómo dices: "Muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que digo no son mías: el Padre que habita en mí es el que hace las obras. Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Créanlo, al menos, por las obras. Les aseguro que el que cree en mí hará también las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre. Y yo haré todo lo que ustedes pidan en mi Nombre, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si ustedes me piden algo en mi Nombre, yo lo haré" Palabra del Señor
Reflexión del Papa Francisco:
Jesús dijo que quien lo veía a Él, veía al Padre. Dice precisamente: «Sí, Padre, porque así te ha parecido bien». Y «nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quien es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Al Padre, sólo el Hijo lo conoce: Jesús conoce al Padre. Y así, cuando Felipe fue hacia Jesús y dijo: “muéstranos al Padre”, el Señor le responde: «Felipe, quien me ve a mí, ve al Padre». En efecto, es muy grande la unión entre ellos: Él es la imagen del Padre; es la cercanía de la ternura del Padre a nosotros. Y el Padre se acerca a nosotros en Jesús.
En el discurso de despedida, tras la Cena, Jesús repitió muchas veces: «Padre, que todos sean uno, como tú en mí y yo en ti». Y prometió el Espíritu Santo, porque precisamente el Espíritu Santo es quien hace esta unidad, como la hace entre el Padre y el Hijo.
Esto es un poco para acercarnos a este misterio de Jesús. Pero este misterio no quedó solamente entre ellos, se nos reveló a nosotros. El Padre, por lo tanto, fue revelado por Jesús: Él nos hace conocer al Padre; nos hace conocer esta vida interior que Él tiene. Y ¿a quién revela esto, el Padre?, ¿a quién da esta gracia? La respuesta la da Jesús mismo, como dice san Lucas en su Evangelio: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños».
Por ello sólo quienes tienen el corazón como los pequeños son capaces de recibir esta revelación. Sólo el corazón humilde, manso, que siente la necesidad de rezar, de abrirse a Dios, que se siente pobre. En una palabra, sólo quien camina con la primera bienaventuranza: los pobres de espíritu. ( Homilía en Santa Marta, 02 de diciembre de 2014)
Nota seleccionada para el blog del Padre Fabián Barrera
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