EDITORIAL

En los conflictos late la efervescencia del cambio

Es cierto. Vivimos en un mundo complicado; hay desacuerdos entre los Gobiernos y el Pueblo, entre la Religión verdadera y ciertas religiosidades a modo; y lo más doloroso, desaveniencias hacia el interior de la familia. Todos los pueblos recorren, de muchas maneras, su calendario propio, de dolor y de fiesta, de incertidumbre y cordura. Pero son los desencuentros los que van marcando, hacia dentro y hacia el exterior, la agenda urgente para trabajar.
La tarea pública, en sus declaraciones, está cargada de buenaventuras que apenas llegan a intenciones sin soporte, mientras los aconteceres diarios van ensangrentando familias y desbordando preocupaciones. Hay, entre Gobierno y Pueblo, una eterna suspicacia, relaciones hoscas, tachonadas de mentiras. Hay enredos, polvorines sociales a la espera de respuestas congruentes de las Autoridades. La gente embravecida, pocas veces entiende de razones, pero sabe distinguir entre las verdaderas propuestas y los engaños que difieren cíclicamente los remedios.
La Arquidiócesis recién ha vivido una experiencia de encuentro; se han motivado iniciativas para mejorar el futuro de más de cuatro millones de personas con grandes necesidades en muchos sentidos. La Evangelización es la columna vertebral de nuestro quehacer. Escuchar y hablar para atender, bajo la guía de nuestro Obispo, es la metodología para la Pastoral en las comunidades de creyentes.
Esto se espera con la aportación de las distintas comunidades representadas en la IV Asamblea Diocesana. Una experiencia común, que no es otra que mirarnos de cerca para congeniar las diversas ópticas, discernir aciertos y desaciertos venidos de todos los rumbos de la geografía diocesana, marcando acentos para nuestro presente complicado. Es contemplar los requerimientos más urgentes y buscar las soluciones adecuadas e inaplazables.
El Papa Francisco dice de la familia -y éste fue el parecer de la Asamblea Diocesana que reflexiona en este sentido- que es la preocupación vital, tarea y programa para la Pastoral Diocesana. Ahí, en el hogar, están todas las esperanzas, pero también su descuido es la madre de todos los conflictos.
Verbo fundamental es compartir “el pan y la sal”. Pero insiste el Santo Padre en la solidaridad con los necesitados, la ayuda a la Sociedad entera, que puede traer una nueva primavera para la Iglesia, para nuestra Iglesia Diocesana.
“Hoy en día vemos, en distintos frentes, cómo la familia es debilitada, cuestionada”, dijo el Sumo Pontífice en su reciente visita de este año a Tuxtla Gutiérrez, refiriéndose al ambiente sociopolítico que surge en nuestra Patria, de lo que se dice y se publicita en muchos países.
De suma importancia es cobrar mayor conciencia a partir de esta IV Asamblea de Pastoral. Ahí han surgido temas esenciales para las faenas desde nuestras Parroquias. El Vicario de Cristo alienta nuestras luchas de cada día: “Prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una Sociedad enferma por el temor a amar”.

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