Querida Lupita:
Me siento confundida. Soy católica y sueño con hacer una familia fiel a Cristo. Estuve platicando con mi novio sobre nuestro futuro. Queremos casarnos, pero él me dijo firmemente que no quiere tener hijos. No sé si debo continuar mi relación con él. Sin embargo, en estos momentos creo que lo mejor es no traer hijos al mundo, puesto que el ambiente es muy desfavorable para los niños. Está avanzando la teoría de género y me preocupa el mundo que les va a tocar. Tal vez sea lo mejor esto de no tener hijos. Tengo miedo.
Lucrecia H.
Lucy hermosa:
El Papa Francisco insiste en la necesidad de la formación remota para los novios. La preparación para el matrimonio se hace más necesaria cada vez. Es un acierto hablar sobre el futuro que anhelan compartir, y te felicito por ello, pero no te dejes contaminar por el miedo; la fuerza que mueve al mundo es el amor.
Tienes razón al señalar que la teoría de género está ganando terreno en nuestra Sociedad, mas recuerda que desaparecerá, como ha sucedido históricamente con otras ideologías. Nuestro tiempo nos convoca a dar mayor testimonio de la maravilla de la Familia. Necesitamos retomar el plan original del Creador para cada ser humano, el cual es: que nazca en el seno de un hogar, donde un padre y una madre que se aman, le amen también a él.
Levántate y mira con esperanza el futuro; hoy, más que nunca, necesitamos familias unidas, que vivan los valores del Evangelio con audacia. Existen Movimientos Juveniles que te hacen recapacitar en el verdadero sentido del amor; búscalos e involúcrate en ellos junto a tu novio. Él puede cambiar su forma de pensar si le presentas “La alegría del amor”.
•Estudiar juntos el documento Amoris laetitia puede ser fuente de luz para los dos.
•Profundizar en la Teología del Cuerpo, que nos legó San Juan Pablo II, se convierte en una necesidad actual.
Uno de los fines del matrimonio es la procreación. Nos recuerda la Instrucción Donum Vitae que el amor marital es siempre dador de vida cuando los esposos se entregan honestamente el uno al otro. Pensar en casarte y cerrarte a la vida hace nulo el vínculo sacramental. Recordemos que Dios tiene un perfecto Plan para el Matrimonio, y que el amor esponsal es unitivo y procreativo a la vez. Y los cristianos nos esforzamos para vivirlo en fidelidad y exclusividad.
Renueva tu entusiasmo. Te comparto la oración de San Alberto Hurtado para tener un alma alegre. Los Santos modelan para nosotros la actitud cristiana. San Francisco de Sales decía: un Santo triste, es un triste Santo. Y el propio San Pablo nos exhorta: “¡Vivan con alegría su vida cristiana! Lo he dicho y lo repito: ¡Vivan con alegría su vida cristiana!” (Fil. 4, 4).
Oremos:
Señor, ¡son tantos los que sufren en el mundo de hoy, y tan pocos los que saben olvidar su dolor!
Yo quiero ser Luz que refleje tu lámpara y levadura buena que te esponje las almas.
Te doy gracias, Señor, porque has resucitado y mataste en mi alma la angustia del pecado. Si me pides la vida, quiero darla contento. Si no quieres que muera, quiero vivir sonriendo.
Quiero reír, quiero soñar, quiero darles a todos la alegría de amar.
La pregunta no es: ¿Qué mundo vamos a dejarles a nuestros hijos?, sino: ¿Qué hijos vamos a dejarle a nuestro mundo?
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