Nuestro precioso viaje a Segovia I


Hoy me lo he pasado muy bien. Tenía el día libre hasta la misa de las 7:00 de la tarde, así que con dos amigos nos hemos ido a Sigüenza, que está a una hora y quince minutos de Alcalá.
Lo primera condición para hacer un viaje feliz es no madrugar. Este punto suele ser pasado por alto por la mayor parte de los viajeros inconscientes de lo importante que es comenzar feliz y bien descansado un viaje.
Se barajaron distintas hora para la partida. Amparado por una falsa caridad hacia los demás, impuse (eso sí, apoyado por la fuerza de la razón) que la mejor hora eran las diez.
La segunda condición para viajar feliz es un buen desayuno, un desayuno reparador de los naturales desgastes que tiene la larga noche. El desayuno parco es propio de calvinistas. Ya dije en otro post que yo sigo el refrán de desayunar como un rey, comer como un príncipe y cenar como un cardenal, como un gran cardenal renacentista.
Maduro, que es un presidente que se preocupa por la salud de sus venezolanos, está haciendo un ambicioso experimento para acabar con la gordura nacional. Pero no lo hace por ninguna otra razón que no sea vuestra salud. He oído que el próximo mes tiene pensado sustituir la crema de cacao típica del desayuno por crema de mono. A veces pienso que no me iría mal a mí un poco de su régimen. Pero, como me dijo el cardenal Wolsey: No te preocupes, Fortea, después de los cuarenta todo hombre sano y feliz tiende a ganar unos kilos. Los delgados o están enfermos o tienen problemas conyugales.
Pero sigamos con el viaje. Tras la partida, los tres (una cuarta persona, al final, no pudo venir) comenzamos a hacer kilómetros con el run-rún de los salmos de las horas canónicas. El coche se transformó en una capilla con ruedas. Y no habíamos acabado casi de escuchar al rey David, a su hijo Salomón, a San Pedro y a San León Magno cuando ya estábamos casi llegando a la ciudad medieval de Sagunto. A la polaca del asiento de atrás le dio tiempo de sobra para rezar cuatro o cinco coronillas de la misericordia.
Aparcamos delante del impresionante castillo. Pero esa será una formidable historia épica que contaré mañana. Una historia en la que hay canónigos y cocineros.

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