Viaje a Tarazona


Estoy recién llegado de Tarazona y exahusto. Ha sido una excursión de un día con unos amigos: dos horas y cuarto desde Alcalá. ¡Qué catedral tan preciosa! Este tipo de templos me están volviendo cada vez más catedralófilo. Sobre todo me gustan las catedrales que, como ésta, conservan su coro de canónigos en mitad de la nave central.
Como siempre, en el coche hemos rezado el rosario, las horas canónicas, ha habido tiempo para la oración mental y, por supuesto, las polacas han rezado millares de coronillas de la misericordia. Si esto sigue así, será mejor que la próxima vez traiga incienso para el viaje y unas cuantas velas para poner dentro del coche.
A la hora del almuerzo, la mitad de la tripulación del coche estaba extremadamente hambrienta. ¿Por qué hay gente que no desayuna al salir de excursión? Al final, después de tanto oír lo hambrientos que estaban, hasta a mí me han contagiado el hambre.
Otro aspecto destacable del viaje ha sido que hemos pasado al lado de una planta de purín, que es un abono que se realiza a base de detritos del ganado. Su olor es difícil de olvidar. Pero lo más gracioso ha sido cuando uno de los miembros de la excursión ha empezado a poner en duda si el olor procedía de fuera del coche o no. El chiste no estaba del todo exento de un cierto mal gusto, pero hay que reconocer que ha sido muy efectivo en orden a provocar la risa.

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