Por Ricardo PINILLA │ Superior de los Hijos de María Inmaculada │
El 16 de octubre de 2016, en una ceremonia presidida por Papa Francisco en Roma, será canonizado el Beato Ludovico Pavoni junto a otros seis beatos.
Un Santo educador que ha salvado muchos adolescentes del “naufragio” de la vida
Ludovico Pavoni nace en Brescia, ciudad de la región de Lombardía al norte de Italia, el 11 de septiembre de 1784, en el seno de una familia de clase noble. De su infancia y adolescencia se recuerdan, su espíritu de piedad, su sensibilidad hacia los necesitados, su atención a los muchachos pobres, su inteligencia despierta y aguda, que le lleva a afrontar los problemas con concreción y sentido práctico.
Ludovico Pavoni antes de nada, es un gran amigo de Dios, a él le entrega todo lo que es y todo lo que tiene, cuando el 21 de febrero de 1807 es ordenado sacerdote. No se ordena sacerdote para hacer carrera eclesiástica, ni para tener una posición aventajada respecto a la gente de su tiempo, ni mucho menos para cumplir un proyecto personal, sino para cumplir el proyecto que Dios tiene sobre él, que no es otro que entregar su vida por los más necesitados “en aquella porción predilecta del Señor, que son los niños y jóvenes más necesitados”.
Todo parte de la experiencia personal de un Dios que es Padre, que tiene entrañas de madre y que prefiere a los sencillos y a los pobres. Ludovico pavoni aprende a mirar el mundo con los ojos de Dios. ¿Qué es lo que ve? Ve tantos niños y adolescentes que, por la situación política, social y económica, crecen sin una formación religiosa y ciudadana. Para ellos, en 1812 abre un oratorio donde los días de fiesta y algunas noches de los días de labor, acudían estos muchachos, que por vergüenza no participaban en las actividades de los oratorios existentes en la ciudad para muchachos de clase media alta. En el oratorio Ludovico Pavoni podía darles una formación catequética y moral y una educación ciudadana.
Enseguida se da cuenta de que el oratorio no es suficiente para muchos de estos muchachos que, sin familia y explotaos en su trabajo, crecían sin formación y empapándose de las costumbres que un ambiente adulto degradado moralmente, les iba inculcando. Por este motivo en 1821 funda el Instituto San Bernabé, llamado “colegio de artes y oficios”. Estos muchachos más necesitados eran acogidos allí. Este lugar se convierte para ellos en familia, y ambiente de educación a la fe y al trabajo. Para ellos abrió talleres (11 en total) que pueden ser considerados las primeras escuelas profesionales de Italia. Entre los oficios que allí se enseñaban, destaca la tipografía, considerada la primera escuela gráfica de Italia. Junto a esta constituyó una verdadera Casa Editorial, con la cual contribuyó a la difusión de la buena prensa (aquí están las raíces de la editorial Ancora de la Congregación de los Pavonianos). Durante el cólera de 1836, Pavoni abre la casa a los muchachos que quedan huérfanos llegando a doblar el número de acogidos. El año 1841 acoge en el Instituto a muchachos sordomudos, para los cuales proyectó en Saiano, pueblecito cercano a Brescia, una escuela agraria.
Para dar continuidad a su obra, Pavoni piensa en la fundación de una Congregación religiosa, después de muchos problemas burocráticos, nace en 1847 la Congregación de los Hijos de María Inmaculada – Pavonianos, compuesta por religiosos sacerdotes para la dirección espiritual y la disciplina y por religiosos laicos para coordinar los talleres y la educación de los muchachos.
Para salvar a sus chicos de los bombardeos de las Diez jornadas contra los austriacos, hace con ellos el camino de Brescia a Saiano (norte de Italia, 12 kilómetros), bajo un aguacero infernal. Pavoni contrae una broncopulmonía que lo llevó a la muerte el 1 de abril de 1849. A este camino lo hemos llamado siempre, el calvario de Saiano, donde Ludovico Pavoni que ha vivido para sus muchachos, da la vida por ellos. El 14 de abril del año 2002 fue beatificado por el Papa Juan Pablo II, que lo definió: “otro Felipe Neri… precursor de San Juan Bosco… perfecto imitador de San José Cottolengo”.
El secreto de su santidad
Ludovico Pavoni ha sido un hombre de Dios y de los hombres. Ha sabido escuchar la voz de Dios en el grito de los muchachos más necesitados de su tiempo, ellos han sido para él la voz de Dios. Por ellos dejó todo, casa paterna, comodidades, bienes y carrera eclesiástica. Para él, ser para los muchachos era estar con ellos, compartir su vida, su camino, ayudarles a mantener la esperanza en un mundo mejor y que les pudiera dar posibilidades de vivir con dignidad.
Hombre sencillo, humilde y con un gran sentido de la austeridad y la pobreza, se fió siempre de la providencia que no abandona jamás ante las dificultades de todo tipo. Cuando había dificultades burocráticas o económicas en su instituto, que no fueron pocas, siempre se confiaba a la divina providencia, llegando a decir que, “bajo el manto de la Providencia nunca se desfallece”, bajo la bandera de la divina providencia siempre se está bien”. Bien sabía Pavoni que su obra no era iniciativa suya, sino de Dios, así llega a decir, “el proyecto me pareció dictado por el cielo”. Pavoni es un Santo que nos invita a todos a “conformar la propia vida a la del divino maestro Jesús”, que pasó por el mundo haciendo el bien porque sabía que Dios estaba con él.
Pavoni es un hombre de una gran devoción a María, “la querida Madre”, a ella encomienda a sus muchachos y bajo su protección pone su Congregación religiosa.
Pionero en campo educativo
Ludovico Pavoni, dio comienzo, en la historia de las instituciones educativas de Italia, a la Formación profesional. Con la fundación de su Instituto, realizó en su tiempo, una intervención innovadora que unía el aspecto asistencial, el educativo y profesional. Pavoni une estrechamente la actividad a la del trabajo, este es un medio educativo no solamente el estudio. Rescató el valor del trabajo, le dio plena dignidad, lo adoptó como un factor educativo fundamental. No deja escrito ningún tratado de pedagogía, pero basa su educación en unos valores concretos, a saber:
- Confianza en los muchachos y en su capacidad para progresar;
- Estudiar cada muchacho personalmente, sus aptitudes, capacidades, inclinaciones…para poder ayudarlo en su individualidad;
- Método preventivo basado en la razón y la religión, “la vara del educador debe ser la razón no el látigo”;
- Método basado en la exigencia y la firmeza, pero también en la comprensión y la ternura, “los muchachos deben actuar por convicción y no por temor”;
- No hay educación sin religión;
- En la educación se deben perseguir dos fines: “que los muchachos sean buenos cristianos y óptimos ciudadanos”.
Un santo para todos y cercano a nosotros
La canonización de p. Pavoni, después de la curación milagrosa sucedida en Brasil, es un gran don de Dios. Los milagros suden aún. La oración con fe y perseverancia al Señor, por intercesión de los santos, no cae en el vacío. Esto no vale solamente para la salud física, sino también para tantas preocupaciones de la vida y sobre todo para las necesidades espirituales nuestras y de nuestros seres queridos.
Proclamándolo santo, papa Francisco señala a Ludovico Pavoni como un ejemplo y un intercesor no solamente para la Iglesia de Brescia o para la Congregación que ha fundado, sino para toda la Iglesia. Es conocido y venerado especialmente donde su Congregación está presente y lleva adelante su misión educativa; y por tanto, además de en Italia, es invocado en España, Brasil, Colombia y Méjico, Eritrea y Burkina Faso y en Filipinas.
Ludovico Pavoni sigue siendo un referente de esperanza y de confianza para la educación de los muchachos y jóvenes, sobre todo para los que se encuentran en dificultad y momentos de crisis, es decir en peligro de naufragar, como diría él. El que ha sido para ellos un padre y un amigo, sigue estando a su lado y al lado de los padres y de los educadores, animándolos y apoyándoles en el amor hacia los adolescentes y en ayudarles a construir una vida digna a nivel humano y de fe. En su lecho de muerte en Saiano, padre Ludovico Pavoni nos ha dejado también a nosotros su testamento: “Tened fe, sed valientes. Haced siempre el bien…y amad a Jesús y nuestra Madre, la Inmaculada”.
Las principales fechas de la vida de Pavoni, que recordamos durante el año, coinciden con trágicos aniversarios para la historia de Brescia y del mundo. El 1 de abril, día de su muerte, fue el último de las Diez jornadas de Brescia. El 28 de mayo, día de su memoria litúrgica, está unido a la matanza de la Plaza de la Logia en 1974. El 11 de septiembre día de su nacimiento, coinciden con la destrucción de las torres gemelas en el 2001 en New York y otros atentados terroristas en Estados Unidos. Sobre estos acontecimientos, la figura de Ludovico Pavoni lanza una luz de esperanza y de consuelo.
*Superior general de la Congregación de los Hijos de María Inmaculada – Pavonianos,
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