Una sugerencia acerca de cómo haber organizado el encuentro interreligioso de Asís


En la Santa Iglesia se admiten sugerencias. Todos en el Pueblo fiel pueden aportar ideas. ¿Cómo hubiera organizado yo el encuentro interreligioso de Asís? Pues ante todo hubiera primado lo estético. Una estética que hubiera dejado claro que estaban allí reunidos para orar. Hubiera dividido la ceremonia en cinco partes.
Pero antes una aclaración. Hubo muchos problemas en el primer encuentro de Asís acerca de en qué fórmula unirse para orar, porque había religiones que tenían tal problema con éste o el otro concepto de Dios. Leí que este escollo se volvió un problema de imposible resolución. Eso se resuelve de forma muy sencilla, diciéndoles a los que se les tantee para ver si se les va a invitar: En Asís vamos a orar al Dios Único Todopoderoso. Si tienes problemas en hacer una oración a un Dios así, no puedes participar en esa oración. A ese encuentro se va a orar a Dios, si no alguien no puede orar a Él, ese encuentro no es para esa persona.
Una vez resueltos los matices, sugerencias e inconvenientes entre denominaciones acerca del desenvolvimiento de la oración, todo de común acuerdo, no debería haber ningún problema.
Las partes de la ceremonia serían las siguientes:
Primera parte
Todos oran en silencio media hora, dispuestos por grupos separados alrededor de la basílica: los musulmanes en un lugar, los evangélicos en otro, y así. Suena la gran campana de la basílica y se reúnen ante el pórtico de entrada. Allí, de pie, oran unos cinco minutos en silencio para disponerse, para prepararse.
Segunda parte
Los ministros y sus acompañantes, sólo ellos, entran en la nave central de la basílica superior. La nave está completamente vacía, incluso de los bancos. Repartidas en los cuatro puntos cardinales, que representan el mundo entero, se colocan sobre el suelo y en candelabros velas que los participantes han traído de sus países. Todas las velas serán blancas, sin nada escrito ni colores.
El Pueblo espera fuera, aunque puede ver la ceremonia por las pantallas. En la nave central, en el mismo centro del gran rectángulo, se ha dispuesto un gran círculo de asientos. En la primera fila, la más interior, se sientan cincuenta personas. Hay una segunda fila, en la que los asientos están dispuestos por grupos, según las denominaciones. El que preside la delegación en la primera fila, sus acompañantes (en grupo) detrás de él.
Todos estarán reunidos allí, en representación de todos los hijos de Dios, sin presidencia, sin ningún símbolo en medio del círculo, sólo el aire para dejar claro que oramos al Dios Invisible, sin ninguna imagen que ofenda a nadie.
Como máximo podrían orar consecutivamente veinte denominaciones a razón de dos minutos cada uno. Esa parte tendrá una hora de duración. Cada grupo orará en un extremo del círculo, no en el centro; para así dejar claro que el centro es Dios.
Cuando digo “orar”, podría ser una pequeña ceremonia. Pero dos minutos, ni uno más. Porque esta parte no debe prolongarse más de una hora, para no provocar tedio. Todo esto se desarrollará en una nave bañada por una luz natural, sin iluminación artificial.
Tercera parte
Todos se dirigirán en procesión a la parte inferior de la basílica. La nave también estará completamente vacía. En un lugar, habrá ya colocados incensarios con incienso que habrán traído los asistentes.
Allí cada denominación dejará una vela sobre la piedra de un altar desnudo. Los asistentes conforme coloquen las velas se quedarán de pie a cierta distancia.
Una vez colocadas las velas, se adelantarán tres ministros designados previamente al azar. Ellos harán consecutivamente una brevísima oración, canto o bendición.
Cuarta parte
Se dirigirán a otro lugar de la basílica, porque ésta es una ceremonia cuyas traslaciones quieren representar los distintos lugares del Orbe. Caminará hacia un bello ventanal gótico por el que entrará un haz de luz. Es fácil saber a una hora determinada por donde va a entrar la luz de un modo claro y nítido. Delante de ese haz de luz, siete personas (también designadas por azar previamente) harán a coro una oración final a Dios. Una oración en nombre de todos delante de una luz que viene de lo alto.
Incluso en el caso de que ese día el cielo esté perfectamente encapotado, se verá algo de luz detrás de la ventana. En este lugar se habrán colocado perfumes traídos por los presentes. Cada aroma colocado en un recipiente distinto.
Quinta parte
Tras la oración final, todo habrá acabado. Todos saldrán al pórtico y se hará una aclamación de alegría ante el Pueblo allí congregado. La aclamación hecha a coro la harán diez personas a también designadas por sorteo. El Pueblo responderá con una gran aclamación. El Pueblo habrá visto la ceremonia en directo pero fuera del templo. Fuera del templo, porque será mucho más bonito ver a las ciento cincuenta personas que participan en la ceremonia moverse en un templo vacío, silencioso, en penumbra, lleno de aromas e incienso, a la luz de las velas.

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