Al comentar la primera lectura de la Misa, Francisco dijo que las palabras de San Pedro “hay que obedecer a Dios en lugar de a los hombres” muestra que “el cristiano es testimonio de la obediencia”.
“El cristiano es testimonio de la obediencia y si nosotros no estamos en este camino de crecer en el testimonio de la obediencia no somos cristianos. Al menos caminar en este sendero: testimonios de obediencia. Como Jesús. No es testimonio de una idea, de una filosofía, de una empresa, de un banco, de un poder: es testimonio de obediencia, como Jesús”.
Esto se consigue porque “es una gracia del Espíritu Santo”: “Solo el Espíritu puede hacernos a nosotros testimonios de obediencia. ‘No, yo voy a ese maestro espiritual, yo leo este libro…’. Todo está bien pero solo el Espíritu puede cambiarnos el corazón y puede hacernos a todos testimonios de obediencia”.
“Es una obra del Espíritu Santo y debemos pedirlo, es una gracia que hay que pedir: ‘Padre, Señor Jesús, envíame tu Espíritu para que sea testimonio de obediencia’, es decir, un cristiano”.
Pero ser testimonio de la obediencia conlleva unas consecuencias, como las “persecuciones”. “Cuando Jesús enumera las Bienaventuranzas termina: ‘Dichosos seréis cuando os persigan y os insulten’”.
El Papa destacó que “la cruz no se puede eliminar de la vida de un cristiano”. “La vida de un cristiano no es un estatus social, no es un modo de vivir una espiritualidad que me hace bueno, que me hace un poco mejor. Esto no es suficiente. La vida de un cristiano es el testimonio en obediencia y la vida de un cristiano está llena de calumnias, rumores, persecuciones”.
Por tanto, para ser testimonio hay que pedir a Dios “la gracia de ser testimonios de obediencia” y no temer cuando lleguen “las calumnias” porque “el Espíritu nos dirá qué debemos responder”.
Lectura comentada por el Papa:
Hechos 5:27-33
27 Les trajeron, pues, y les presentaron en el Sanedrín. El Sumo Sacerdote les interrogó
28 y les dijo: «Os prohibimos severamente enseñar en ese nombre, y sin embargo vosotros habéis llenado Jerusalén con vuestra doctrina y queréis hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre.»
29 Pedro y los apóstoles contestarón: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
30 El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros disteis muerte colgándole de un madero.
31 A éste le ha exaltado Dios con su diestra como Jefe y Salvador, para conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados.
32 Nosotros somos testigos de estas cosas, y también el Espíritu Santo que ha dado Dios a los que le obedecen.»
33 Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 27 de abril de 2017
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