Pedagogía del desarrollo urbano

GDL edit

“Hoy advertimos… el crecimiento desmedido y desordenado de muchas ciudades que se han hecho insalubres para vivir, debido no solamente a la contaminación originada por las emisiones tóxicas, sino también al caos urbano, a los problemas del transporte y a la contaminación visual y acústica. Muchas ciudades son grandes estructuras ineficientes que gastan energía y agua en exceso.”
Papa Francisco
Laudato Si, (alabado seas)
Sobre el cuidado de la casa común. 

Jaime Eloy Ruiz Barajas*

No podremos arribar al desarrollo urbano sustentable si no conjuntamos voluntad, capacidad y  esfuerzo permanente para corregir y regenerar el errático crecimiento del ecosistema urbano que a la fecha ha seguido el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG) extendiéndose a 3,265.46 Km2.  En esta empresa debe distinguirse un escenario de decisiones inteligentes y por lo tanto democráticas, toda vez que se trata del hábitat biosférico más complejo y complicado que existe. Así,  la creatividad para un resultado óptimo deberá venir de diferentes áreas del conocimiento que tienen que ver nada menos con la existencia antropológica del habitante urbano y las condiciones de su comportamiento en sus interacciones sociales y su entorno biogeoquímico. Esto nos obliga ante el escenario de América Latina y el Caribe cuando se considera a partir del año 2010, la región de mayor urbanización en el mundo con 80% de su población asentada en ciudades chicas, medianas, metrópolis y megalópolis (BID 2011).

Entender cómo hemos vivido y cuáles
deberían de ser las formas de garantizar el bien estar que implica la seguridad humana, más aún en condiciones de vulnerabilidad y fragilidad en que los asentamientos humanos se ubican y desarrollan en el espacio geográfico, se convierte en un desafío para el Estado y la sociedad en su conjunto.

Reclama entonces una visión política de democracia participativa, sin embargo ante las formas de convocar de los tres niveles de gobierno a la población -según la norma lo indica- para que participe en la planeación con capacidad de revisar, analizar y opinar sobre los diversos instrumentos normativos que se desprenden de las políticas públicas de desarrollo urbano y vivienda, no ha sido exitosa la consulta y de importante significado para la población, como es la actualización de los contenidos del Plan Municipal de Desarrollo Urbano, hasta llegar a los Planes Parciales de Desarrollo Urbano (PPDU) dónde se ubica nuestro hogar en algún lugar visible a la escala en que se elaboran (1:50,000) y se muestran las diferentes características del paisaje natural, la infraestructura urbana, así también los distintos servicios públicos y privados, la mixtura y en resumidas cuentas el uso del suelo con su amplia gama de actividades económico-productivas; la conservación del patrimonio histórico, de áreas vitales, por ejemplo: las de protección a cuerpos de agua, conservación al acuífero o aguas subterráneas y las imprescindibles áreas verdes y forestales, cada vez más agredidas y disminuidas frente al crecimiento urbano desmedido y depredador.

Paralelamente a este proceso de revisión de los PPDU deberíamos añadir con la mayor certeza posible: ecuaciones, logaritmos y variables e indicadores de los estudios que en nuestra región ha elaborado el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático del PNUMA y los cuerpos académicos de nuestras universidades, el INEGI, el IIEG de Jalisco, entre otros recursos de información; el Ordenamiento Ecológico Territorial que indudablemente nos guía en la planeación por sus ricos  conocimientos con dimensión ambiental,  e indica qué sí y qué no se debe hacer en el lugar y entorno en que vivimos, según las Unidades de Gestión Ambienta y demás instrumentos recientes; el Atlas de Riesgos que nos advierte de la ubicación peligrosa de elementos naturales y antropogénicos a los que nos exponemos en la urbe y sus correspondientes medidas preventivas.
Así, se explican varias fallas descubiertas desde la óptica de los expertos que suelen ser ciudadanos organizados con conocimientos profesionales y académicos sobresalientes, ambos comprometidos éticamente con la verdad que ofrece el conocimiento.

Con frecuencia y desde administraciones municipales atrás, hemos constatado en el AMG un rotundo “analfabetismo” en el campo del urbanismo y la planeación de asentamientos humanos entre personajes de la clase gobernante, como es de esperar también en la inmensa mayoría de la población.

Resulta también preocupante que ante la convocatoria abierta para participar en las consultas públicas de PPDU, se observa la ausencia de la mayoría de los representantes vecinales en los espacios destinados para proyectar el futuro del hábitat urbano. Inadmisible es que unos cuantos decidan como debe ser la metrópoli a la medida de sus intereses personales, por lo mismo inexcusable la ignorancia e indiferencia de sectores importantes de la población que no se dan por enterados, sino hasta que ven inconformes, cómo se modifica su vida en forma dramática, junto a su paisaje urbano que se altera en detrimento de la salud pública a causa del desarrollismo económico que no admite los costes sociales ni ambientales, dada la predominancia del modelo de desarrollo basado en el mercado, o como dice el diplomático francés René Bartillac en su libro Ciudades en Bancarrota, “capitalismo rentístico y ultraespeculativo” (2015) 

¿Dónde está el ágora de la ciudad para conocer, pensar y proponer soluciones? ¿Cómo se hacen escuchar y cuántos asisten interesados en saber qué propone la autoridad para su colonia en cuanto a la densidad de población y demás actividades inherentes o ajenas al lugar donde vivimos? Siendo realista, no espero que se vuelque la ciudadanía a abarrotar los foros y mesas de trabajo para problematizar el desarrollo urbano de por si caótico. Si no nos educamos para la participación consciente y de pleno civismo, no será posible –con todo lo que significa- la construcción de un proyecto de ciudad para este siglo XXI, pasarán muchos años si no somos capaces de crear las condiciones de ciudadanos participativos y consecuentemente responsables de su entorno, seguiremos contribuyendo a la degradación del ecosistema urbano con su inevitable huella ecológica.

Es inaplazable construir ciudadanía para el desarrollo urbano regenerativo en vías a la sustentabilidad a partir de un proceso pedagógico creativo en la educación informal y en los sistemas curriculares de la educación media superior y superior de instituciones públicas y privadas. En cuanto a mi Casa de Estudios, por lo pronto propongo incluir en la Unidad de Aprendizaje Geografía y cuidado del entorno -que se estudia en el sexto semestre del Bachillerato General por Competencias y en otras modalidades, según sea el caso- un capítulo que contenga conocimientos elementales de desarrollo urbano en la propia realidad geográfica en que viven los estudiantes, paralelamente ampliar actividades extramuros, participando con organismos de la sociedad civil e instituciones públicas inherentes al tema, así también, elaboración de trabajos al asistir a conversatorios y foros sobre la amplia  y compleja temática urbana.   

*Ambientalista y pedagogo.
Profesor Investigador jubilado de la UdeG. Vicepresidente de la Fundación cuenca Lerma,
lago de Chapala-Santiago, A.C. Cofundador
del Colectivo Ciudadano Pro Bosque Pedagógico
del Agua. Miembro del Parlamento de Colonias
de la Zona Metropolitana de Guadalajara, A.C.

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