¿Qué es la posverdad en las redes sociales?
Pbro. Alfonso Rocha Torres
José Fernando Juan, lo explica en la revista salesiana de Uruguay.
La palabra posverdad se escucha ya en todos lados. Analistas de actualidad y políticos la usan sin rubor. Muchos, aún sin saberlo vivirán sus consecuencias. ¿Cómo influye la cultura digital en este fenómeno?
Cuando hablamos de posverdad nos referimos a un discurso público, generalizado sobremanera en los últimos debates, en los que se va más allá de la verdad. El primer objetivo, al modo de los antiguos sofistas, es conectar con las emociones y sentimientos del auditorio, alcanzar su situación vital. Y una vez hecho este esfuerzo, ganando su credibilidad (o credulidad), construir un relato que explique, sin culpa alguna ni responsabilidad de su parte, el origen de sus circunstancias. Por supuesto, mintiendo, contando parcialmente las cosas, volviendo superficial lo esencial, o sencillo lo complejo.
Esto sucede en el contexto digital en el que nos movemos y el modo como hoy llega y se transmite la información. Lo nuevo es que aquí el receptor se convierte en difusor, en elemento de la cadena de masas. Siempre fue así, de algún modo, pero nunca antes de forma tan potente y con semejante alcance.
Algunas características: Los lenguajes comprimidos.
A pesar de la valía de Twitter hay que reconocer que infinidad de cosas no se pueden concentrar en 140 caracteres. Se presta a muchas confusiones, a malentendidos o visiones parciales. No basta un #hashtag. Sin embargo, son estos últimos los que crean tendencias de opinión y corrientes que se van polarizando. La oleada de mensajes que se cruzan es tan rápida que no da pie a tratar determinados asuntos con el sosiego necesario.
Los lenguajes visuales.
Hoy como nunca sabemos transmitir con imágenes. Cualquiera puede hacerlo, con o sin texto. Destellos que provocan impacto, que causan una reacción, que vinculan lo que se dice a una emoción. Estos lenguajes, como ya sabemos, son fácilmente manipulables y sólo destacan una parte. Pero se convierten en virales, pasan de mano en mano a través de teléfonos inteligentes. Su potencial es inmenso. No en vano se habla con mucho acierto de memecracia, el poder de la burla, de la ridiculización o de la palabra fácil.
Estudiamos las tendencias de masas.
Hoy por encima de las encuestas, existen millones de datos en la red dispuestos a ser analizados. Los analistas de big-data ponen todo su conocimiento al servicio del estudio preciso de aquello que “el común”, “la inmensa mayoría” quiere escuchar, o de lo que se siente parte, o de sus frustraciones y necesidades. De tal manera que quien prepara el discurso dispone de una especie de mira-telescópica de alta precisión para acertar con sus palabras.
Aumenta el ruido social.
Hay una profusión ideológica, constante y continua. Determinadas redes sociales, con que tengan dos usuarios muy activos en una dirección, te obligan a mirar sus contenidos del todo escandalosos o exagerados, sin oportunidad de réplica. Se producen miles de tweets en torno a un #TT; Por lo que se habla mucho de lo mismo, con etiquetas por sí mismas ya tendentes, cuando no directamente ideologizadas. Cada comunidad busca demostrar que es “más” influyente que las otras, como si el número fuera lo que realmente da significado a lo que se defiende. La verdad se mide en cantidad, en los tiempos de la posverdad, no de la cualidad o competencia de quien la propone o la busca.
Encierro en “lo propio”.
Las comunidades digitales cerradas se retroalimentan a sí mismas. La radicalización en los medios digitales y redes sociales es un hecho comprobado en todos los ámbitos de la vida. Se leen contenidos en la misma dirección y se pierde el interés por el diálogo con el otro, que piensa diferente.
Conformismo de sofá.
Pasamos rápidamente de un tema a otro, votamos o firmamos peticiones creyendo haber hecho algo. La acción suele ser nuestra palabra más seria en un asunto, porque hemos dejado de tomar en serio nuestras palabras. En este conformismo plácido del sofá, de la crítica y el comentario fácil, cuando no anónimo, termina toda nuestra vinculación y preocupación por cualquier problema.
Emotividad, a flor de piel.
La cultura visual impulsada por redes sociales como YouTube tienen también mucho que ver en esto. Vídeos fragmentados, discursos que cautivan al auditorio. Vende la conferencia breve y vacía de contenidos, cuyo objetivo es decir lo estupendo que es quien escucha; sin interés alguno por la búsqueda de la verdad, con la pretensión de hacer sentir bien al auditorio, y que se contagie el entusiasmo.
El Libro de la Semana
Se publican en este volumen cinco contribuciones de Joseph Ratzinger sobre temas de matrimonio y familia. Estas publicaciones abarcan un arco temporal amplio, desde 1961 hasta 1980.
El género literario de los textos es variado, como lo son de hecho las publicaciones del autor, del artículo erudito a la explicación atenta y sencilla del pastor que busca hacerse comprender por sus fieles.
Los textos forman unidad por el tema que tratan: la doctrina sobre el matrimonio. Lo que Joseph Ratzinger entiende que está en juego, en el matrimonio y la familia, no es simplemente un elemento más en la constelación de las doctrinas cristianas, sino la entera estructura del credo.
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