Carta a los obispos sobre el pan y el vino para la Eucaristía
Pbro. Carlos Javier Díaz Vega
Por disposición del Santo Padre Francisco, el pasado 15 de junio de 2017 – solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo – fue firmada una Carta circular dirigida a todos los obispos diocesanos del orbe para hacerles un recordatorio.
En esta carta circular el Cardenal Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos recuerda a los obispos que ellos son los primeros dispensadores de los misterios de Dios y, además, son moderadores, promotores y custodios de la vida litúrgica de la Iglesia, tal como lo dicta el canon 835 del Código de Derecho Canónico.
La carta, sin embargo, tiene un objetivo particular y muy importante: el tema de la validez de la materia eucarística, es decir, la calidad del pan y el vino que son consagrados. En la carta el Cardenal Robert Sarah solicita a los obispos que se cercioren quiénes son las personas encargadas de proveer el pan y el vino para la celebración, así como la idoneidad de la materia para el Sacramento (refiriéndose al canon 924 del CIC y a los nn. 319-323 de la IGMR).
Se recuerda que el pan debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente; el vino, en cambio, debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. Se precisa también que es materia válida para la Eucaristía aquella preparada con organismos genéticamente modificados. Debido a ciertos abusos, la carta circular recuerda, además, que es competencia sólo del obispo conceder a los fieles y a los sacerdotes el permiso para usar pan con una mínima cantidad de gluten o mosto como materia para la Eucaristía.
Al final de la carta se hacen dos sugerencias a los obispos: la primera se refiere a la formación cristiana de quienes preparan el pan y producen el vino, ellos deben ser conscientes que su trabajo está orientado al Sacrificio Eucarístico, por ende, se les ha de solicitar honestidad, responsabilidad y competencia; la segunda sugerencia mira sobre todo a la real verificación de la genuinidad de la materia eucarística, por ende, la tarea de garantizar efectivamente entes capaces de hacer cumplir estas normas generales.
Seguramente todos queremos comulgar el Cuerpo y la Sangre de Cristo en cada Eucaristía; el Papa Francisco está al pendiente de que esto suceda siempre y ha invitado a todos los obispos (y con ellos a los presbíteros, en particular a los párrocos y a los rectores de las iglesias) a que hagan lo propio.
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